Por otra Humanidad, otra comunicación

PARA OTRA HUMANIDAD, OTRA COMUNICACIÓN

Pedro Casaldáliga


Ser persona es ser relación. Ser relación es ser comunicación. Somos siempre un “nosotros/nosotras”. Vivir es convivir y convivir es comunicarse.

La capacidad de comunicación de la Humanidad se va haciendo cada vez más universal y más inmediata, a medida que la Humanidad se va sintiendo más “una” y son más los medios de comunicación y su técnica es más creativa. Las distancias se acortan y desde todos los rincones de nuestra casa común, que es la Tierra, nos podemos tornar presencia sensible.

Pero sucede que, mucho antes de inventar cualquier tipo de técnica de comunicación, la Humanidad ya había inventado el egoísmo y la hybris de la dominación y los resortes malignos de la mentira.

Hoy el capitalismo neoliberal, prepotente y excluidor, que se apodera de todo para tornarlo mercado y lucro, se ha apoderado, casi totalmente, de la comunicación. Quien tiene el capital tiene la comunicación y la manipula y la explota y la tergiversa. Por encima de todas las fronteras, atropellando los más legítimos derechos, adueñándose de la verdad, imponiendo como única y universal “su” verdad: el pensamiento único, el único sistema socioeconómico, una historia definida e inevitable.

Nosotros/nosotras nos negamos a aceptar el yugo. Creemos, hasta por la más entrañada necesidad, que otro mundo es posible. Queremos ser la Humanidad una, pero de otro modo, en la libertad y en la igualdad, en la convivencia pacífica y en la pluralidad complementaria. La Humanidad neoliberalizada no encaja en nuestros sueños ni encaja en los designios de Dios. Somos, queremos, vamos haciendo, otra Humanidad.

Nuestra Agenda Latinoamericana Mundial, desde su modesta plataforma, lo viene proclamando, año tras año, a partir de aquel “otros 500” del V Centenario del mal llamado Descubrimiento y de la colonizadora Evangelización de Nuestra América. Otra globalización, otra mundialidad, pretendemos; sin imperios y sin exclusiones; una Humanidad toda ella humana. Humanizar la Humanidad es la tarea de toda educación, de toda comunicación, de toda política y de toda religión que merezcan ser.

Consecuente con sus fines y con su trayectoria de 15 años nuestra Agenda necesariamente debía abordar el tema de la comunicación como asunto vital y de la más rusiente actualidad: “Para otra Humanidad, otra Comunicación”. Y aquí está, en su versión de 2006, arropada por las expresivas portadas de nuestro pintor Cerezo, que nos sugieren el propio ser humano como irradiador de comunicación, con sus manos, negras y blancas, dándose amorosamente, soltando satélites por los espacios y ya viniendo, criatura-creadora, del encuentro con el Comunicador mayor.

Antes hablábamos de los medios de comunicación como del “cuarto poder”. Hoy nos toca reconocerlos como “el primer poder” en extensión y en penetración. Quien tiene la comunicación tiene el Mundo. Mc Luhan reconocía que “no hay equipo de sociólogos capaz de competir con los equipos de publicidad…” Y ese poder está muy inicuamente repartido en “la aldea global de la comunicación”. Según la UNESCO, en la década de los 90, EEUU, UE y Japón poseían 273 de los 300 principales medios de comunicación; el resto del Mundo tenía apenas 27. De cada 100 usuarios de Internet, 92 se encuentran en los países del Norte. Y este proceso de concentración mediática se ha acelerado con el avance de la globalización. En la actualidad, unas pocas empresas dominan el mercado mundial de las telecomunicaciones: ATT/Liberty Media, Disney, Time Warner, Sony, News Corporation, Viacom y Seagram, todas ellas estadounidenses, además de la alemana Bertelsman.

Poder peligroso, el de la comunicación, aliado a veces directamente con ciertos poderes de muerte. Las últimas guerras han sido un repulsivo ejemplo del maridaje de las armas y la información. Y una vez más se ha demostrado que la verdad es siempre la primera víctima en una guerra. No hace mucho saltó también al conocimiento público que Le Figaro y Le Monde, tradicionales periódicos franceses, eran adquiridos por empresas cuya fortuna se basa principalmente en la fabricación de armas...

Libros, revistas, periódicos, congresos, ONGs, multiplican las alertas, las diatribas y los programas acerca de la información y desinformación, control o libertad de comunicación, comunicación alternativa, alfabetización mediática crítica… “Democratizar la información para democratizar la sociedad”. “Estamos siendo inoculados por el virus de amnesia”. “A finales de 2003, 42 periodistas habían caído en el mundo por intentar ejercer su misión”. “La seguridad limita la información”. “Las armas de la falsedad masiva”. “La información se ha transformado casi por completo en propaganda”. “En teoría, se justifica la publicidad afirmando que es pura información. En realidad, es imposición”. “Las cosas claras son la diferencia entre la democracia y la dictadura”. “Construir la opinión pública”. “Limitaciones constitucionales a la libertad de información, uso represivo de las leyes, procesos contra el secreto de las fuentes, establecimiento de códigos éticos restrictivos, los Patriot Acts…, son otras tantas espadas de Damocles oficiales sobre las cabezas de los comunicadores”. Cuanta más información, más posible desinformación, más información tergiversadora. El escritor estadounidense Timothy D. Allman llegó a afirmar: “Para enterarme de lo que pasa en EEUU tengo que ver la televisión canadiense”.

Para una auténtica ciudadanía mediática, esa “otra Comunicación para otra Humanidad”, debemos impulsar simultáneamente:

• La práctica habitual de la comunicación: consigo, con Dios, con el Universo, en la familia, en el vecindario, en el trabajo, en la lucha y en la fiesta, en la vida. El ser humano es “el gran medio de comunicación”; después vienen “los medios”.

• La concientización.

• La educación responsable para la comunicación.

• La “lectura” crítica de toda información.

• La creación de información alternativa y el constante respaldo a la misma.

• La contestación organizada contra todo control, monopolio o mentira.

• El rechazo de todo imperialismo cultural.

Y, cada día, desde el más casero espacio de que disponemos hasta las crecientes grandes manifestaciones, ejercer ese supremo don humano de la comunicación, en la verdad, en la comprensión, en la solidaridad. Comunicarnos para conocernos. Comunicarnos para acogernos. Comunicarnos para salvarnos juntos.

Esta Agenda 2006 abre algunos horizontes, apunta pistas, nos invita a ser y a hacer comunicación, la otra Comunicación que la otra Humanidad soñada necesita.