Panorama de iniciativas de diálogo religioso

Dios en el camino del diálogo de la humanidad
La historia del Diálogo Inter-religioso


Dios es amor, pero, paradójicamente, casi todas las religiones tienen dificultad para dialogar y convivir con lo diferente. En la historia, muchas veces, atadas al poder político, las religiones no supieron respetar y dialogar con otros modos de creer. El judaísmo consideró los dioses de los otros pueblos como demonios. Desde los primeros tiempos, el cristianismo propagó escritos polémicos contra judíos y paganos. Los musulmanes interpretaron como orden superior de Dios el imponer la fe, aunque los místicos sufíes insistiesen en la universalidad el amor de Dios y la abertura a la fe de los otros.

Aparte de afirmaciones ecuménicas de autores espirituales de las más diversas tradiciones, así como de algunos diálogos ficticios escritos en la Edad Media por Abelardo y Nicolás de Cusa, la primera propuesta de diálogo respetuoso y serio entre personas de religiones diferentes tuvo lugar al final del siglo XIX, por iniciativa cristiana. Un siglo después, de 1998 a 2000 tuvieron lugar más de diez asambleas y conferencias mundiales de carácter inter-religioso. Nacieron nuevas instituciones e, incluso hoy, algunas otras intentan abrirse camino. Recordemos algunas de las iniciativas más señaladas de diálogo inter-religioso en la historia reciente.

I. El Parlamento Mundial de las Religiones

En 1893, en Chicago, con ocasión de los 400 años del “descubrimiento” de América, el pastor presbiteriano John Henry Barrows, desautorizado por su Iglesia, creó el “Parlamento Mundial de las Religiones”. Reunió 4000 personas en la sesión inaugural. Durante 18 días tomaron la palabra 150 de los 400 delegados. Recibió la adhesión de los religiosos orientales y la curiosidad de los líderes judíos, cristianos y musulmanes más abiertos. En 1993, un siglo después, nuevamente en Chicago, el “Parlamento” celebraba una nueva asamblea general. Los participantes aprobaron la “Declaración por una Ética Mundial”, con la ayuda teológica de Hans Küng y de la “Fundación por una Ética Mundial”, organismo de carácter internacional e inter-religioso. Fueron aprobados allí los siguientes principios:

1. No es posible un nuevo orden mundial sin una ética mundial.

2. La exigencia fundamental de esta ética es que todo ser humano sea tratado de forma humana.

3. Es urgente crear una cultura de la no violencia y del respeto hacia cada ser vivo.

4. Una cultura de la solidaridad y un orden económico justo.

5. Cultura de la tolerancia y de la paridad de derechos e igualdad entre hombre y mujer.

6. Es necesaria una transformación de conciencia, sin la que las anteriores propuestas no serían profundas.

II. Iniciativas después de la 2ª guerra mundial

La tragedia del holocausto llevó a muchas comunidades cristianas a revisar sus deberes en relación a los judíos. En 1947, la Iglesia Reformada de los Países Bajos declara que el diálogo debe ser la relación normal entre la Iglesia y la Sinagoga. En 1948 el pastor suizo Nusslé lo aplica a las relaciones entre cristianos y musulmanes. En 1960 la americana Judith Hollister fundó el Templo de la Comprensión, cerca de Washington. Entre los miembros fundadores están inscritos el patriarca ecuménico Atenágoras, el Dalai Lama, Thomas Merton, Saverpalli Radhakhrisnan, Albert Schweitzer, U. Thant y los papas Juan XXIII y Pablo VI. Es una construcción en seis alas, cada una para una gran religión: budista, cristiana, china, hindú, judaica y musulmana. La meta es “promover la comprensión de las religiones a escala mundial. Reconocer la unidad de la familia humana”.

El sueño era crear en Washington una especie de “Naciones Unidas Espirituales”. En 1970, en la Asamblea de Ginebra, el Vaticano y el Consejo Mundial de Iglesias enviaron representantes. Allí se propuso una Organización Mundial de las Religiones. En 1980, el Templo de la Comprensión intentó crear un “Consejo Monástico Mundial”. Hoy, trabaja más a nivel de EEUU y está asociado al “World Congress of Faiths”.

III. La Conferencia Mundial de las Religiones por la Paz.

El contexto de la intervención estadounidense en Vietnam y la intensificación de la guerra fría, agravada por las relaciones tensas entre Moscú y Pekín, llevó a algunos creyentes a promover nuevas iniciativas de diálogo inter-religioso. Así surgió la “Conferencia Mundial de las Religiones por la Paz”.

Esta organización es fruto de la iniciativa de ciudadanos de EEUU, India y Japón. La primera asamblea internacional fue en Kyoto, Japón, en 1970. La finalidad era “tratar la cuestión de la Paz, propagar la causa del desarme, oponerse todo tipo de discriminación, trabajar para acabar con el colonialismo, con el imperialismo y defender los Derechos Humanos”. En la primera asamblea (1970) participaron 139 miembros de Asia y de África, además de 77 occidentales. Allí estuvieron presentes Hélder Cámara, Raimundo Pánikkar, Eugene Blake, Thich Nhat Hanh y el metropolita Galitsi Filarete de Moscú. En aquella época, Hélder Cámara escribió que este encuentro era el sueño de su vida. Y como yo trabajaba con él en el tema del ecumenismo, tuve la gracia de ser una de las primeras personas a quien mostró el bello texto que iba a pronunciar en Kyoto.

En 1998, la Conferencia Mundial de las Religiones por la Paz hizo su 2ª Asamblea general en Jordania. Por motivos políticos, el Dalai Lama no recibió visa para participar del encuentro.

IV. Iniciativas ligadas al Consejo Mundial de Iglesias.

El Consejo Mundial de Iglesias, en su asamblea de Nueva Dehli, defendió la libertad de conciencia religiosa de toda persona humana. En 1969, el Consejo aprueba la importancia del diálogo inter-religioso y el proyecto de un encuentro con creyentes de otras tradiciones. El primer encuentro fue el Coloquio de Ajaltoun en el Líbano (marzo 1970) sobre el diálogo.

En Ginebra, em 1968, fue fundada, de forma autónoma, pero en diálogo con el Consejo, una Comisión consultiva de las Religiones. Propone a los participantes un principio: “No estamos aquí porque estemos de acuerdo, sino para aprender a conocernos”.

En los últimos años, el Consejo Mundial de Iglesias tiene ha realizado encuentros con personas de diferentes tradiciones espirituales para promover entre las religiones, un trabajo por la “Paz, la justicia y la defensa de la creación”.

V. Las iglesias católicas, el Vaticano y el diálogo inter-religioso.

Tras un largo proceso, en 1965, la Iglesia Católica tomó una actitud que revolucionó su historia y abrió un tiempo nuevo en su vida y en su testimonio en el mundo. Todos los obispos del mundo, reunidos en el Concilio Vaticano II, publicaron una Declaración sobre la Libertad Religiosa, y otra sobre cómo la Iglesia Católica ve a las otras religiones. En esta última afirmaban: “Con sincera atención, la Iglesia considera los modos de vivir y obrar, los preceptos y doctrinas de las otras religiones. Nada rechaza de lo que en ellas existe de verdadero y santo. Aunque en muchos puntos sus enseñanzas estén en desacuerdo con lo que la Iglesia piensa y anuncia, no pocas veces reflejan destellos de aquella Verdad que ilumina a todo ser humano” (…) “La Iglesia exhorta a sus hijos a reconocer, mantener y desarrollar los bienes espirituales y morales, como también los valores socioculturales que existen en las otras religiones, que, aun conteniendo elementos doctrinales con los que la Iglesia no concuerda, tienen destellos de verdad que iluminan a todos los seres humanos (NA 2).

Actualmente, en la Iglesia Católica, es la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia quien ha profundizado más la teología y práctica del Diálogo con las otras religiones. En un documento de 1999 declaró:

“Podemos comprender las religiones como respuestas al encuentro con el misterio divino o con la realidad última. Por eso, las tradiciones religiosas de la humanidad tienen sentido y lugar en el proyecto divino de salvación (…) El fundamento principal de la teología del diálogo y de las religiones es la certeza de la universalidad de la gracia de Dios. Dios se da, y sobre ello, nosotros, los humanos, no tenemos ningún control. Para nosotros, Cristo es el centro universal del diálogo de Dios con la humanidad. Por eso, debemos conocer lo que Dios dijo y continúa diciendo de mil maneras. Consagrarse a eso con toda nuestra atención es una forma de prestar homenaje a la gracia divina” [1].

Los últimos papas han testimoniado esta actitud de respeto y diálogo con los hermanos y hermanas de otras religiones. Las declaraciones ecuménicas e inter-religiosas del Concilio, aunque hayan sido escritas y publicadas tras su muerte, deben mucho al llamado y a la profecía del papa Juan XXIII. Su sucesor, Pablo VI, en varias ocasiones, mandó devolver a musulmanes y judíos objetos sagrados o de valor histórico que, en guerras, los cristianos les habían arrebatado. El actual papa, en cada viaje, pide encontrarse con los líderes de otras religiones. En octubre de 1986 y en enero de 2002, invitó a los líderes y representantes de las más diferentes tradiciones religiosas para orar por la Paz del mundo en Asís, junto a él. Dice: “El diálogo inter-religioso es siempre instrumento salvífico porque procura siempre descubrir, esclarecer y comprender mejor las señales del largo diálogo que Dios continúa teniendo con la humanidad” (Discurso al Pontificio Consejo para el Diálogo Inter-religioso, nº 12, 13/11/92). “La presencia y la actividad del Espíritu Santo no afectan sólo a los individuos, sino a la sociedad y a la historia, a las culturas y religiones de los pueblos (RM 28). “La creencia de los miembros de otras tradiciones religiosas es efecto del Espíritu de verdad que actúa más allá de los confines visibles del Cuerpo Místico de Cristo (RM 28 y RH 6).

En febrero de 2002, el papa envió a todos los gobernantes de los países una carta con un “Decálogo para la Paz del mundo”. Son diez puntos aprobados por los líderes religiosos presentes en el 2º encuentro de Asís, necesarios para el diálogo entre los pueblos y las culturas.

La Comisión Pontificia para el Diálogo Inter-religioso, organismo del Vaticano, publicó su segundo documento orientador en 1991 y consagró la relación entre el Diálogo y la obligación cristiana de anunciar el Evangelio. Este documento “Diálogo y Anuncio” es de los mejores textos sobre el asunto. Subraya la prioridad del diálogo, confiesa que el diálogo es elemento estructurante de la propia misión de la Iglesia y que el anuncio misionero sólo puede ser hecho a partir del diálogo.

Estas posiciones más abiertas del papa y de algunos organismos romanos son criticadas por algunos cardenales de la Curia Romana y de arquidiócesis importantes. La declaración “Dóminus Iesus” de septiembre de 2000 muestra esta contradicción. Muchos obispos y líderes católicos tienen miedo del relativismo religioso y no quieren perder la hegemonía católica en el mundo.

Una fuerte limitación de esta forma de promover el diálogo inter-religioso consiste en el hecho de atarlo demasiado a las autoridades máximas de cada religión: todo tiene que venir de la cúpula. El riesgo es que el camino de la unidad deba someterse a la preocupación mayor y permanente de cada líder: asegurar su espacio de poder y prestigio. El diálogo supone unidad entre los que dialogan, y escuchar unos de los otros la palabra de Dios requiere humildad y despojo personal que no dicen bien con el triunfalismo clerical de ninguna religión.

VI. La iniciativa de las Religiones Unidas (URI)

En 1999, en Jerusalén, “el obispo anglicano William Swing, el Dalai Lama, el Consejo de Coordinación inter-religioso de Israel, lanzaron la sugestiva propuesta de una organización mundial de las religiones, semejante a las Naciones Unidas. “Todos los días aparecen problemas y deberían ser discutidos y regulados a partir de una base permanente cotidiana, sin caer en el modelo burocrático de la ONU. Los promotores de esta propuesta llamaron a esta organización URI (United Religions Initiative), Organización de las Religiones Unidas” [2].

Esta organización fue fundada en Pitssburg (EEUU) el año 2000 y se extiende por todos los continentes. Pretende ser un foro de encuentro libre y de diálogo. En agosto de 2002 realiza su asamblea mundial en Rio de Janeiro.

Roma ha enviado representantes a las asambleas, pero, como sospecha que esta organización favorezca el sincretismo, no la ha apoyado.

VII. La APD y el macroecumenismo.

En América Latina, con ocasión del 5º centenario de la conquista, representantes de grupos afroamericanos, comunidades indígenas y cristianos de diversas Iglesias se reunieron en un primer encuentro continental de la “Asamblea del Pueblo de Dios” (APD) proponiendo no sólo el diálogo inter-religioso, sino también intercultural, y fundamentado en el servicio a los oprimidos e injusticiados del pueblo. Allí nació la expresión “macroecumenismo” para designar un ecumenismo no sólo entre cristianos, sino también entre religiones y principalmente con grupos religiosos populares y autóctonos. Esta intuición ya existía en otros lugares del mundo. “Hans Küng propuso un “ecumenismo abrahámico” entre judíos, cristianos y musulmanes. John Hick y Paul Knitter aluden a un ecumenismo de las religiones [3].

El documento de Quito justifica la propuesta del Macroecumenismo afirmando que: 1 - Dios es siempre mayor que nuestras Iglesias, religiones y proyectos humanos. 2 – Dios tiene un sueño: “la unidad de la familia humana, dentro de la ley suprema del amor” (…). “Las cristianas y cristianos presentes en este encuentro nos sentimos profundamente llamados a la conversión. (…) Queremos, a través del testimonio de la unidad, colaborar con los procesos a través de los cuales nuestros pueblos están construyendo la otra democracia, la de las hijas e hijos de Dios, hermanados entre sí” [4].

La APD toma como opciones fundamentales la “espiritualidad macroecuménica” y la resistencia al neoliberalismo. A pesar de todas las dificultades, la APD realizó tres encuentros continentales, pero tiene dificultad para desenvolverse en el proceso cotidiano de las comunidades y movimientos populares.

VIII – Para concluir: las iniciativas de cada creyente

Sólo una vocación verdaderamente espiritual puede vencer los desafíos de la actual realidad con relación al diálogo entre las religiones. Por otra parte, en toda la historia, siempre fueron personas místicas y espirituales las que en su corazón y en el testimonio de su amor realizaron este encuentro entre diversas tradiciones espirituales. Hoy, todavía, sólo el diálogo vivido en el corazón de cada creyente fundamenta de forma profunda la aproximación entre las religiones.

Cada año, durante el Carnaval, en Campina Grande, en el nordeste brasileño, un equipo laico, ligado a la alcaldía de la ciudad, organiza y coordina el Encuentro de Nueva Consciencia. Durante cuatro días, este encuentro reúne más de tres mil personas de los más diversos caminos espirituales y tiene como punto alto una oración inter-religiosa por la Paz, vivida al aire libre y que reúne millares de personas de la ciudad y de fuera. Lo que caracteriza este encuentro es que las personas participan como personas que buscan, no como representantes oficiales de su religión o tradición. Es un encuentro de bases y no de cúpulas.

De la misma manera, a partir de las bases, surgen diversas experiencias de diálogo inter-religioso e intercultural. En un seminario sobre el tema, Enzo Bianchi, monje italiano, propuso algunas actitudes que son fundamentales como actitudes interiores que favorecen el diálogo:

1 Aceptar que haya una diferencia entre nosotros y reconocer el derecho que el otro tiene a ser otro (derecho a la alteridad).

2. Iniciar el diálogo por la escucha interior y profunda de lo diferente.

3. Dejar que se el otro quien se defina y aceptar esta autolectura. (Por ejemplo, como yo no soy del candomblé, no debo definirlo).

4. Asumir la propia identidad y profundizarla para distinguir en mi fe lo que es esencial de lo que no lo es.

5. Mirar al otro como igual. No hay diálogo sin igualdad entre los participantes.

6. Excluir toda actitud de autosuficiencia y de arrogancia teológica o doctrinal o ritual.

7. Para dialogar con el otro, partir del más próximo y subrayar los puntos en común.

¿Perspectiva de un Foro Mundial de las Religiones?

Con ocasión del 2º Foro Social Mundial en Porto Alegre (enero de 2002), entre los 60.000 participantes de todos los continentes del mundo, había allí personas de diferentes razas, culturas y caminos espirituales. En la madrugada del domingo 3 de febrero, más de 3000 personas se reunieron al aire libre e hicieron juntos una oración por la Paz. En conversaciones informales, muchos expresaron el deseo de que se organice, con ocasión del 3º Foro Social Mundial 2003, un “Foro mundial de religiones y caminos espirituales”. Otros reaccionaban diciendo que este encuentro ecuménico entre religiones se hace cuando las personas que buscan lo Divino se insertan en la causa de los indígenas, de los labradores sin tierra, en el trabajo de todos los que buscan un mundo nuevo y diferente.

Hans Küng señala: “No habrá supervivencia sin una ética mundial. No habrá paz en el mundo sin paz y sin diálogo entre las religiones”. El diálogo inercultural e interreligioso es no sólo un deber frente a un mundo culturalmente diversificado, sino un imperativo de la paz mundial. Y, sin duda, un enriquecimiento para todas las religiones involucradas. Abriéndose unas a las otras, las religiones se abren al mundo y descubren que “Dios no es religioso”, que Dios no queda recluido a los medios y caminos que se especializan en buscarlo. Mientras las religiones profundizan los caminos hacia la intimidad divina, Dios mismo se manifiesta presente y actuante en el mundo, como fuerza de paz y amor solidario.

Notas:

[1] Federación de las Conferencias Espiscopales da Asia, “Lo que el Espíritu dice a las Iglesias”, III, nº 1; mayo 1999, en SEDOC junio-julio 2000, pp 12ss.

[2] Revista «Rocca», 15 agosto/settembre, 1999, p. 07.

[3] Cf. PETER NEUNER, “Teologia Ecumenica”, Bologna, Ed. Queriniana, 2000, p. 16.

[4] 1ª Assembléia do Povo de Deus, Manifesto, p. 2-3.</p