Nueva cosmovisión ecológica para el tercer Milenio

Nueva cosmovisión ecológica para el tercer Milenio

Andreu Pol Shalom


En los foros internacionales para pronósticos de cambio climático, las proyecciones del futuro se limitan a unas pocas décadas, hasta el año 2050 ó 2100. Sin embargo, la supervivencia humana y planetaria merece mayores horizontes. Una visión profunda del tiempo, facilitará la superación de la crisis sistémica o enfermedad planetaria que padecemos. El insostenible enfoque a corto plazo en los actuales sistemas político-económicos, nos ha conducido a esta desafiante encrucijada.

Urge reorientarnos hacia el nuevo camino, usando como brújula la nueva comprensión del mundo o cosmovisión. La exponemos en 7 puntos.

1. Planeta vivo y saludable

La teoría Gaia es la explicación más actual sobre la evolución de la vida en la Tierra. Su autor, el médico y astrobiólogo James Lovelock, desde el año 1979 ha ido descubriendo evidencias científicas de que formamos parte de un sistema biológico planetario autorregulado o Planeta Vivo. Además de la clásica selección natural, que permite la adaptación de los seres vivos a su ambiente, esta nueva teoría evolutiva muestra la capacidad de la biosfera para cambiar y adaptar el ambiente planetario, generando las condiciones favorables que permiten la continui-dad de la vida, protegiéndose del progresivo aumento natural de la radiación solar. La geofisiología, a través de los ciclos biogeoquímicos del carbono y de los demás bioelementos, conecta funcionalmente biosfera con atmósfera, hidrosfera y litosfera con efecto termorregulador del clima, siempre que las alteraciones ambientales no sean demasiado intensas.

Esta nueva cosmovisión coincide con diversas tradiciones ancestrales; desde Gaia en la antigua Grecia y Gea en Roma clásica, siendo prefijo de los términos geografía y geología; hasta Pachamama de los pueblos originarios de Abya Yala o América; resurgiendo actualmente como Madre Naturaleza o Madre Tierra.

De la vida y salud de Gaia depende la vida de toda la humanidad. La Madre Tierra debe mantenerse saludable para mantenernos con vida; pero está con síntomas de fiebre atmosférica o calentamiento climático, con graves sequías e inundaciones, huracanes de máxima intensidad destructiva, acidificación de los mares que mata a los corales y pérdida de biodiversidad con extinción irreparable de especies de flora y fauna.

Las causas de esta amenazante enfermedad planetaria son conocidas por la ciencia: la excesiva emisión de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO2) del humo de combustibles fósiles, además de incendios, quemas agropecuarias, deforestación y labranza excesiva. Estas alteraciones ambientales de origen humano, han sido demasiado intensas desde hace más de un siglo, superando ya la capacidad planetaria de autorregulación climática. El calor funde glaciares y suelos congelados, liberando en la atmósfera grandes cantidades del gas metano (CH4) que estaba atrapado bajo el hielo, con mayor efecto invernadero que el CO2, acelerándose aún más el calentamiento.

2. Energía renovable y limpia

No es casualidad que los combustibles fósiles hayan estado durante millones de años en las profundidades del subsuelo; es por la geofisiología terrestre que mantiene la salud planetaria. Al captarse CO2 atmosférico por fotosíntesis se producen compuestos orgánicos, que se van acumulando y profundizado en sumideros de carbono lejos de la atmósfera, refrescando así el clima.

Pero todavía hay demasiada adicción al petróleo, gas natural, carbón mineral y otros combustibles más contaminantes en su extracción (arenas bituminosas y petróleo de fracturación hidráulica o fracking), provocando conflictos y guerras por usurparlos a los países que los tienen.

Para recuperar el clima fresco y estable, es necesario dejar en el subsuelo las actuales reservas mundiales de combustibles fósiles, reorientando los esfuerzos científicos, tecnológicos y financieros al desarrollo de las diversas fuentes de energía renovable y limpia; evitando además la energía de fisión nuclear, por sus residuos radiactivos indestructibles y sus riesgos de contaminación por accidentes, como el de Chernóbil (Ucrania) o el de Fukushima (Japón).

3. Agroecología como medicina planetaria

La agricultura industrial y la exportación de alimentos a larga distancia, originan del 30% al 50% de los gases que calientan el clima, por consumir petróleo y oxidar materia orgánica del suelo, aumentando así el CO2 atmosférico; además erosiona suelos, pierde variedades locales, contamina el ambiente e intoxica alimentos.

La agroecología es remedio o medicina que mitiga la fiebre planetaria, produciendo alimentos en alianza con la Pachamama, mediante diálogo entre ciencia ecológica y sabiduría ancestral de familias rurales y urbanas, equidad de género, defensa de derechos campesinos, conservación in situ de agrobiodiversidad comunitaria con semillas criollas o locales; evitando variedades transgénicas o biología sintética por precaución ante sus riesgos sanitarios, ambientales, económicos y culturales. Refrescando el clima con uso eficiente de agua, energía renovable, suelos orgánicos fértiles, sin agrotóxicos; con integración agro-silvo-pastoril, beneficio mutuo entre fincas agroecológicas y su entorno silvestre, producción y comercio local para la soberanía alimentaria integral.

4. Economía ecológica y solidaria

La actual economía globalizada es degradante, injusta, insostenible e incompatible con la vida humana y planetaria. Su visión unidimensional concentra riquezas y capital en grandes corporaciones mundializadas, empobrece a las grandes mayorías, fomenta el consumismo, daña ecosistemas, altera climas, causa guerras destructivas y sangrientas, fomenta la industria militar con su comercio internacional de armas y somete a la inseguridad a toda la humanidad.

Pero economía y ecología son ciencias etimológicamente hermanas, dedicadas a administrar y a cuidar la casa común. Por eso la economía sólo podrá mantenerse a largo plazo si es ecológica y solidaria, imitando a la Naturaleza, con uso eficiente de recursos y distribución equitativa entre personas y entre naciones, asegurando la estabilidad social y la paz mundial. La contabilidad económica incluirá los costos y beneficios ambientales y sociales, tratando de Reducir el consumo innecesario, Reutilizar los productos, Reparar los daños, Reciclar los materiales, Reflexionar sobre las causas de los problemas, para Rectificar con soluciones apropiadas y Reconciliar a la economía con la ecología.

5. Salud integral

Un planeta enfermo arriesga la salud y la vida de sus habitantes. Cuidar la salud humana exige cuidar la salud del Planeta. Es urgente aplicar tratamientos para mitigar la fiebre climática, procurando mantener saludable a la Tierra a largo plazo. Con energía renovable, agroecología y economía ecológica, obtendremos aire puro, agua limpia, alimentos saludables, medicina natural preventiva y curativa para todos.

Pero el Planeta no crece y tampoco podrá crecer indefinidamente la población humana, ya que la sobrepoblación tiene graves consecuencias como hacinamiento, epidemias, pobreza, emigración, degradación ambiental, hambre y guerra. La salud reproductiva puede prevenir estos males, planificando familias pequeñas, con 1 ó 2 hijos.

6. Educación holística

Muchos sistemas educativos aún consideran al ser humano como dueño de la Naturaleza, en vez de verlo como parte de ella. Además, se mantiene una percepción fragmentada de la realidad, con conocimientos desconectados unos de otros.

La nueva cosmovisión es integradora de toda la realidad. La educación de las nuevas generaciones será holística, para comprender la interconexión e interdependencia entre todo lo que existe; con énfasis especial en la unidad funcional de toda la vida sobre la Tierra, incluyendo a toda la humanidad en convivencia armoniosa con la Naturaleza.

7. Conciencia ecológica

La enfermedad planetaria se origina en mentes enfermas por ambición de riqueza y poder, buscando acumular mucho más allá de las necesidades vitales humanas. Sus acciones irresponsables muestran desprecio por la vida, provocando aún más sufrimiento social y destrucción ambiental.

En respuesta, muchas mentes sanas ya están emergiendo al nivel superior de la conciencia ecológica. Surgen nuevos liderazgos que difunden la reconciliación entre Humanidad y Naturaleza. Se activa la protección y la expansión de la vida del único -por ahora- Planeta Vivo conocido, transcendiendo hacia nuevos horizontes mentales, culturales y cósmicos.