Medir la realidad para transformarla

 

María Luisa Gil Payno Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo, España

 

Asistimos a un cambio de época que nos sitúa ante múltiples y complejos desafíos globales, como la emergencia climática, las crecientes desigualdades, la precariedad laboral, la violación sistemática de los derechos de las personas migrantes, o la violencia y desigualdad estructural que sufren las mujeres, entre muchos otros. Son desafíos que exigen transformaciones profundas en los modelos de desarrollo y convivencia en todas partes. Con un carácter multidimensional, que obliga a repensarlos tomando en cuenta simultáneamente criterios sociales, económicos, ecológicos, políticos y una mirada feminista. Al mismo tiempo, vemos que los indicadores que habitualmente se utilizan para medir y evaluar el “éxito” de los países y para guiar las políticas públicas hacia las transiciones necesarias para abordar estos retos son claramente insuficientes, cuando no inadecuados. Así, el PIB utilizado como indicador supone priorizar la dimensión económica sobre otros aspectos relevantes para la vida y dar por hecho que el bienestar se consigue necesariamente a través de más crecimiento económico. Incluso indicadores más comprehensivos como el Índice de Desarrollo Humano, que evalúa también la dimensión social, parecen insuficientes. Este indicador nos proporciona información valiosa sobre la situación económica y social en un determinado país, pero no nos dice nada, por ejemplo, sobre los costes ambientales, sociales y económicos que ese modelo de bienestar tiene sobre otros países y sobre el conjunto del planeta.

Sin dejar de reconocer las limitaciones que cualquier sistema de medición puede presentar, es importante que nos dotemos de indicadores adecuados que nos ayuden a orientar las transiciones que la situación actual exige. Stiglitz, Sen y Fitoussi sostienen en su libro Medir nuestras vidas que “aquello que medimos tiene efectos sobre lo que hacemos y si utilizamos la métrica equivocada, nos concentraremos en las cosas equivocadas”. En esta línea, diferentes instituciones impulsan iniciativas dirigidas a construir nuevos indicadores que permitan captar mejor la multidimensionalidad y complejidad de la realidad y nos ayuden a comprender (y abordar) la naturaleza de los desafíos que tenemos por delante. A estos esfuerzos pretende contribuir el Índice de Coherencia de Políticas para el Desarrollo Sostenible (ICPDS), elaborado por la Coordinadora de ONGD en colaboración con la Red Española de Estudios sobre Desarrollo (REEDES). Este índice nos ofrece un ranking de 148 países ordenados en función de cómo sus políticas públicas garantizan el bienestar y los derechos humanos de todas las personas y la sostenibilidad ambiental del planeta y combaten la desigualdad de género. Para ello, cada país es evaluado mediante 57 indicadores agrupados en cinco componentes (económico, social, ambiental y productivo) que tratan de captar esa multidimensionalidad y universalidad inherentes a los retos actuales. Así, el ICPDS incluye indicadores que miden aspectos como los esfuerzos de los gobiernos para generar ingresos con los que garantizar derechos sociales universales, su opacidad financiera, su nivel de huella ecológica y emisiones de CO2, su grado de militarización, o su compromiso contra la violencia de género y con la protección de los derechos de las personas LGTBI, entre muchos otros.

En consecuencia, en el ranking del ICPDS, un país como Singapur, con niveles de renta e IDH muy elevados, obtiene una mala puntuación que se explica, en gran medida, por los graves impactos ecológicos de su modelo de desarrollo y por unas prácticas financieras y fiscales agresivas que limitan las posibilidades de progreso de otros países. Y países como los nórdicos, con frecuencia señalados como modelos de referencia a seguir, presentan calificaciones muy bajas en el componente ambiental, reflejo de un modelo de desarrollo ecológicamente insostenible y, por lo tanto, no extensible al resto de países del mundo. Estos y otros hallazgos están disponibles en el último informe del ICPDS que lleva por título El cambio inaplazable y puede consultarse, junto con el ranking y los datos y metodología de construcción del indicador, en www.icpds.info. Esperamos resulte de utilidad para ampliar la mirada y comprensión de lo que entendemos por desarrollo, visibilizar las contradicciones del modelo hegemónico y guiar los cambios y transiciones que necesitamos.