Los sujetos emergentes de la Nueva América Latina

Los sujetos emergentes de la Nueva América Latina

Pedro Casaldáliga


Los objetos pasan a ser sujetos. El indio era un exotismo; el negro una «pieza»; el trabajador del campo o de la ciudad, una herramienta de lucro; la mujer ya se sabe un objeto de servicio en la cocina o en la cama.

Los prohibidos de la tierra las culturas indígenas o africanas y sus religiones; las masas populares y sus derechos emergen como protagonistas, inevitables para los protagonistas hegemónicos de siempre; y como protagonistas liberadores para la América Latina de mañana.

Los indígenas, los negros, las mujeres, los pobres, como una especie de profeta colectivo, sacuden a la sociedad y a la Iglesia, al propio Tercer Mundo dentro de casa, y al Primer Mundo fuera y dentro.

Nuestros teólogos de la liberación han dicho repetidamente que no es que la Iglesia haya hecho opción por los pobres; es que los pobres han optado por la Iglesia. Sería mejor decir que los pobres han invadido, con el grito de sus derechos y el evangelio de su conciencia organizada, el santuario y el parlamento, la religión y la ley. Ya no se puede ser cristiano si no se opta por los pobres. Ya no se puede invocar la ley si no se reconoce la legitimidad. Y, cada vez más, lo legítimo nuevo contesta lo viejo legal. Hoy, en América Latina, en el Tercer Mundo, en el Mundo, los pobres están ahí, impertinentemente señores de este mundo, porque son mayoría, porque reivindican el más básico de todos los derechos, porque ya saben que la sociedad les miente y que el universo daría para todos. Millones de lázaros, pero ya de pie, contra el banquete cerrado de los epulones, indigestándoles las conciencias, o amenazándoles con quebrarles los vidrios…

Un largo trabajo de concientización y, sobre todo, las propias luchas, las acometidas revolucionarias, las experiencias organizativas, y la represión y el martirio, la sangre y la solidaridad, han ido levantando de las entrañas de esta tierra Abia Yala fecunda y siempre pronta para el parto una serie concatenada de sujetos emergentes que irán haciendo la nueva Patria Grande, como Sociedad y como Iglesia, como Continente autónomo y como igualitario «parceiro» mundial.

* Los pueblos indígenas, en primer lugar, culturas raíces, que reconquistan sus tierras, se intercomunican como «parientes» de una misma herencia, defienden su autodeterminación, aun permaneciendo en los Estados impuestos y sacudiéndolos incluso en sus legislaciones.

* Los negros, mayoría en algunos países de esta Afroamerindia, que recobran la memoria y la cultura de la madre Africa, aparentemente tan distante y que exigen la superación total del racismo larvado que entre nosotros subsiste.

* Los campesinos de este Continente que es tierra madre, el más potencialmente agrícola de los continentes del mundo. A pesar del éxodo rural, fenómeno común en todos nuestros países, para mal de los países enteros, por la hinchazón de las ciudades, el desajuste cultural y moral, la violencia acumulada. América Latina, que fue «descubierta» con un grito codicioso de «¡Tierra!», habrá de hacer reforma agraria y habrá de hacerla según las exigencias de nuestro campesinado.

* Los barrios obreros, todos esos conglomerados de las periferias de las grandes ciudades, con sus organizaciones creativas y con la creciente intervención en la vida de la ciudad: para mal de la ciudad si no atiende sus legítimas reivindicaciones, o para bien de todos, si se los reconoce como ciudadanía igual.

* Las comunidades eclesiales de base, ese «nuevo modo de ser Iglesia», que está forzando a la Iglesia entera a ser de un modo nuevo: más comunitario, más comprometido con la realidad, más latinoamericano; más evangélico, al fin.

* La mujer, indígena, negra, obrera, eclesial. Hasta ayer, callada, o manifestándose apenas en los gritos esporádicos de algunas heroínas que la historia destaca , hoy es muchedumbre, y con frecuencia mayoría, en las luchas del campo y de la ciudad, en las movilizaciones de la Sociedad y de la Iglesia.

Después de la caída del socialismo real y contra la supuesta victoria del neoliberalismo capitalista, estos sujetos emergentes de la emergente nueva América Latina, saben y quieren ser socialismo utópico, sociedad alternativa, pero en realizaciones diarias y corresponsables. El Nuevo Mundo así llamado con un mote ignorante por los que se creían el único mundo de siempre va siendo, desde la base, en la lucha y en la sangre, con una incontenible fuerza de esperanza, el Mundo Nuevo, la Nueva América.