La teología de la liberación y Chiapas

La teología de la Liberación y Chiapas

Jon Sobrino


La primera reflexión que hay que hacerse es por qué ese interés por la Teología de la Liberación (TL) siempre que hay algún estallido social, sobre todo si hay guerrillas y revolución de por medio. Pues bien, ese interés tiene mucho de ignorancia sobre lo que dice la TL; ojalá nos preguntasen por la fe, esperanza y compromiso de la gente sencilla de Chiapas y por la actuación evangélica de don Samuel. Tiene mucho de morboso, pues el interés crece siempre que hay sangre de por medio, pero no existe cuando la TL habla del seguimiento de Jesús.

Dicho todo esto, sin embargo, la pregunta es legítima, y respondemos con la segunda reflexión. La TL es, como decía Ellacuría, la Teología que está más en contra de la violencia y la que más propicia la paz. No hay en esto paradoja ni sofisma, sino que Ellacuría está afirmando que esta Teología combate la primera y más originante de todas las violencias, la injusticia estructural, a la que hace ya 25 años los obispos latinoamericanos llamaron en Medellín “violencia institucionalizada”. Contra esa violencia ante todo, y por ser la más grave, se pronuncia la TL.

Esa injusticia, en efecto, envía a la muerte lenta de la pobreza, pero no por ello menos muerte, a millones de seres humanos. Y por ello también la TL se pronuncia a favor de aquella paz, que, como dice la Biblia y lo repiten machaconamente los Papas, es “fruto de la justicia”. Y es también la Teología más antiviolenta porque denuncia y combate la violencia, la represión, las torturas de parte de ejércitos, cuerpos de seguridad y escuadrones de la muerte, que se usan para mantener la injusticia estructural, y se convierten en violencia masiva y cruel, de lo cual tenemos abundante experiencia aquí en El Salvador: unas 70.000 víctimas, los conocidos “Romeros” y “Ellacurías” y los miles de desconocidos en El Mozote y el Sumpul, lo cual muchas veces ocurrió, por cierto, con conocimiento y connivencia del gobierno de EEUU.

¿Y la violencia de la guerrilla? La TL ha seguido, en lo fundamental, la doctrina tradicional de la iglesia y de Medellín. En la experiencia salvadoreña, ha intentado impedirla exigiendo reformas estructurales; una vez desatada, ha procurado acortarla, humanizarla; ha condenado toda acción terrorista y ha buscado una salida pacífica y negociada que garantice paz y justicia duraderas. Eso es lo que entre nosotros hicieron monseñor Romero e Ignacio Ellacuría, y lo que está haciendo en Chiapas don Samuel Ruiz. Y no está de más recordar que tanto aquellos como éste no sólo no son bien vistos, sino que son perseguidos y hostigados por los bienpensantes y poderosos de siempre, y a veces también por el Vaticano.

¿Qué más dice la TL? Esta es la tercera reflexión. Dice que hay que cumplir los mandamientos de la ley de Dios y por un orden preciso.

Hay que empezar cumpliendo el séptimo mandamiento: no robar, no depredar y expoliar, no dejar a indígenas y campesinos sin tierras: españoles hace cinco siglos, terratenientes y transnacionales ahora. El quinto mandamiento: no matar ni de hambre ni de tortura ni de represión, para poder depredar con más facilidad o para gozar “en paz” de lo depredado. El octavo mandamiento: no mentir, es decir, no encubrir el inmenso escándalo de la violencia de los anteriores, que campea en el Tercer Mundo.