III Consulta indígena ecuménica latinoamericana

III CONSULTA INDIGENA ECUMENICA LATINOAMERICANA

Enero de 1991


 

Los participantes en la III Consulta Ecuménica Latinoamericana, realizada en São Paulo, Brasil, del 18 al 23 de enero de 1991, agentes de pastoral indígena, negros, y observadores de la pastoral de la tierra en Brasil,

oriundos de las nacionalidades originarias Aymara, Baniwa, Waunam, Guaraní, Inga, Kaingang, Kaqchikel, Mapuche, Mixteco, Miskito, Náhuatl, Kiché, Terena, Totonaca, Wichui y Zapoteco,

procedentes de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela.

miembros de las Iglesias Anglicana, Católica, Unida, Luterana, Metodista, Morava y Presbiteriana, en fraterna y solidaria convivencia,

nos reunimos para reflexionar nuestra presencia, servicio y compromiso junto a los Pueblos Originarios en la proximidad de los cinco siglos de presencia de las Iglesias en el Continente.

MANIFESTAMOS:

•Que los 45 millones de indígenas, después de cinco siglos de genocidio, etnocidio y toda clase de discriminaciones, juntamente con otros pueblos históricamente empobrecidos, siguen padeciendo brutales atropellos. Se aprecia la acción de exterminio al ser invadidos y explotados irracionalmente nuestros territorios, nuestros recursos naturales, nuestras tierras. Especialmente sufre este despojo la región de la Amazonia en la que habitan numerosos pueblos indígenas.

•Que se nos niega la participación real, como pueblos, en la construcción de la sociedad debido al racismo imperante, relegándonos a ser subhombres.

•Que a la explotación de la fuerza de trabajo del indígena y del negro (mujeres y hombres, niños y ancianos) hay que añadir el peso de la deuda externa, que otros han contraído y aprovechado, mientras la sufren nuestras comunidades aborígenes.

•Que la aniquilación sistemática de líderes de las comunidades es la muestra más fehaciente de la política integracionista de los Estados, llegándose a considerar éstos como dueños y señores absolutos de nuestros pueblos y culturas, práctica que aún conservan algunos sectores de las Iglesias.

•Que se viven también situaciones de violencia generalizada: invasiones de madereros y empresas mineras, presencia de grupos armados, ocupación militar y narcotráfico...

•Que es hora ya de terminar con las divisiones que provocan las mismas Iglesias; el indoctrinamiento y sacramentalismo vacíos de una verdadera vida, que adormece las conciencias y amordaza nuestras voces. Reconocemos la acción comprometida y respetuosa en los últimos años de algunos grupos de las Iglesias y personas cristianas comprometidas en particular.

Ante esta realidad,

NOS COMPROMETEMOS A:

-Trabajar para que nuestras Iglesias latinoamericanas acompañen, ofrezcan espacios, reconozcan y hagan reconocer a la sociedad envolvente el Proyecto Histórico Indígena con todas sus implicancias y exigencias, y a reconocer las religiones indígenas dentro de un clima de diálogo ecuménico respetuoso de las diferencias.

-Urgir a que en la IV Conferencia del CELAM de Santo Domingo (1992) los obispos oigan directamente a los indígenas representantes de sus pueblos.

-Trabajar en nuestras Iglesias para que se proclame 1992 como AÑO DE GRAN JUBILEO BIBLICO (Levítico 25, 1-25): un tiempo de verdadero encuentro entre PUEBLOS Y CULTURAS, de consolidación de Territorios Indígenas, dentro de cada país.

-Apoyar decididamente a las Organizaciones Indígenas representativas en todas sus reivindicaciones y en la realización de su propio proyecto.

-Exigir a todos los países la ratificación por sus Parlamentos del convenio 169 de la O.I.T. (1989) sobre «Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes».

-Trabajar para que los gobiernos nacionales reconozcan los pueblos originarios.

Ante lo manifestado,

DECLARAMOS:

Que a pesar de tantas adversidades, fruto de estas fuerzas destructoras, queremos, en alianza con otros sectores históricamente empobrecidos (negros, campesinos, los sin tierra, trabajadores, mujeres, estudiantes, etc.), afianzarnos en la lucha histórica por seguir existiendo como Pueblos Originarios, rescatando los valores fundamentales de nuestros antepasados como: Unidad, Tierra, Territorio, Cultura, Autonomía y Derecho.

Queremos manifestar a todo el Continente Americano que los pueblos originarios aún existimos y desde esta realidad de nuestro ser ofrecemos algo nuevo, en un momento histórico en que los países, acosados por la miseria, buscan afanosamente un modelo alternativo de desarrollo.

Estamos firmes en el caminar hacia una nueva Historia.