"Grito de los Excluidos" latinoamericano

Grito de los excluidos
Una iniciativa continental proyectada a otros continentes
 

Osvaldo León


Varios años lleva la Agenda Latinoamericana haciédose eco y plataforma de esta convocatoria de origen brasileño que se está haciendo continental... y tal vez mundial. Invitamos a todos los grupos a ponerse en contacto con esta celebración que es ante todo local.

Bajo la consigna “Por Trabajo, Justicia y Vida”, a lo largo y ancho de Latinoamérica y el Caribe en 1999 se hizo escuchar, por primera vez, el Grito de los Excluidos cuya resonancia en el 2000 se extendió a todo el Continente, con el propósito de señalar todas las situaciones de exclusión y las posibles salidas y alternativas.

Manifestación de múltiples rostros y formas de expresión que propugna cuatro objetivos centrales: “denunciar el modelo neoliberal excluyente y perverso, que amenaza y destruye la vida y el medio ambiente; fortalecer la soberanía de los pueblos y la defensa de la vida; rescatar las deudas sociales; y luchar por el no pago de la deuda externa”.

El Grito de los Excluidos es una manifestación popular que nació en Brasil en 1995, donde se realiza cada 7 de septiembre -fecha de conmemoración de la independencia de Portugal- con marchas, debates, celebraciones, teatro, música, poesía, discursos y consignas, etc. El año pasado tuvo lugar en unas 1500 ciudades. El impulso inicial lo dieron las “pastorales sociales” de la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil (CNBB, en portugués), para en los años siguientes nutrirse del dinamismo de movimientos sociales, sindicales, ecuménicos, Ongs y otras entidades. Y es así que en la actualidad, junto a la CNNB, participan en la coordinación el Movimiento Sin Tierra (MST), la Central de los Movimientos Populares (CMP) y la Central Unica de los Trabajadores (CUT), entre otros.

En 1999 el Grito se extendió a Latinoamérica y el Caribe, teniendo como momento culminante y de confluencia la emblemática fecha del 12 de octubre.

En esta primera ocasión, el Grito resonó en unos 18 países con una variedad de actividades y manifestaciones de protesta. Una de las modalidades más expresivas fueron las marchas, como las que se registraron en México, Guatemala, Honduras, Costa Rica, Ecuador, Uruguay, Argentina, Chile, Brasil... y luego, en noviembre, en Paraguay y Nicaragua. Y es que el Grito, al haber sido concebido en términos de proceso, no se reduce a un único día, el momento culminante es tan sólo un referente que se encadena con una serie de actividades previas y posteriores que le dan continuidad, respetando los ritmos y particularidades nacionales.

Bajo esta perspectiva de proceso es que promueve la participación activa de los sectores excluidos en las diversas etapas, a través de las cuales se busca visibilizar las exclusiones y, a la vez, rescatar las propuestas alternativas que apuntan a la construcción de un nuevo ordenamiento social, pues, a la postre, es un clamor de humanidad, no un regateo de pedazos de inclusión en el sistema vigente.

A la denuncia y el anuncio, el Grito añade también otro componente: la convergencia amplia y plural de las fuerzas vivas de la sociedad, esas expresiones organizativas que condensan el compromiso y la voluntad de quienes se resisten a ser sujetos pasivos y un número más en las estadísticas. Es así que ello se ha traducido en la conformación de comités nacionales del Grito en los diversos países del Continente, que se entrecruzan con la dinámica de coordinaciones sociales regionales y continentales.

De hecho, la iniciativa de recoger la experiencia brasileña del Grito y proyectarla a Latinoamérica surgió de una acuerdo entre algunas redes y coordinaciones sociales en julio de 1998, específicamente de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), del Frente Continental de Organizaciones Comunales (FCOC), de la Asamblea del Pueblo de Dios (APD) y Cáritas.

En un segundo momento, para via-bi-li-zar tal iniciativa, pasaron a conformarse los comités nacionales, de acuerdo siempre a las particularidades de cada país, a partir de los cuales se articuló una coordinación que se ocupa de sincronizar y facilitar el proceso.

En el 2000 el Grito se extendió al Continente, de la mano sobre todo de los migrantes “latinos” en Norteamérica. La indignación ciudadana ante la globa-lización neoliberal expresada en Seattle, con ocasión de la Conferencia de la Organización Mundial del Comercio, sin duda allanó el camino para que se den convergencias antes no sospechadas y que el Grito se haga oír en el mismo corazón del imperio.

¿Cómo explicar que, en relativamente poco tiempo, el Grito haya adquirido una dimensión continental? Obviamente por la magnitud de la exclusión social. Pero más allá de esta condición objetiva, también ha sido gravitante el hecho de que, en cierto sentido, se ha constituido en un virtual relevo a lo que en 1992 fue la “Campaña Continental 500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular”, con ocasión del V Centenario del inicio de la conquista europea. No se trata de una continuidad lineal; acaso lo más apropiado sea hablar de una catalización de procesos y perspectivas que se desencadenaron en el marco de esa campaña.

En efecto, una de las particularidades que ella presentó fue el protagonismo de los sectores más excluidos: indígenas, afroamericanos, campesinos, pobladores, mujeres, etc. Toda vez, allí se produjeron encuentros y desencuentros, ambos aleccionadores. Los unos, en la mayoría de los casos, dieron lugar a la formación de redes, coordinaciones, convergencias y similares; los otros pusieron el condimento para poner a prueba y asumir seriamente la premisa de la “unidad en la diversidad”.

Desde entonces, cada quien siguió haciendo su camino, en articulaciones sectoriales como nacionales, en luchas de resistencia de todo tipo, aunque con particular fuerza en el campo, desde la insurrección de los “sin rostro” de Chiapas, pasando por las ocupaciones de los sin tierra en Brasil, hasta los levantamientos de los “ponchos” en Ecuador. Hasta que apareció el Grito como una propuesta de confluencia, pero colocando a la vez nuevos desafíos.

No cabe duda que es este entronque histórico el que le ha dado la proyección continental al Grito, que no sólo se expresa en el hecho de que los principales pilares sean articulaciones sociales vertebradas a partir de los “500 años”, sino en el enfoque mismo, comenzando con el dato de haber establecido el 12 de octubre como momento culminante de las acciones que promueve. Enfoque que se caracteriza por descartar toda pretensión de crear una nueva organización o aparato, llámese super-red, comité central o cosas parecidas, pues apuesta por las dinámicas propias de los actores sociales, con énfasis en aquellas que parten desde las bases.

Si hay que encontrar un verbo que dé cuenta de esta perspectiva acaso el más indicado sea “articular”, que expresa adecuadamente -me parece- el criterio de “unidad en la diversidad”. Más allá de las acciones, es lo que como acumulado está dejando el Grito. Es así que en el balance de lo realizado en el 2000 quizás lo más importante sea el haber promovido la articulación de agendas con otras iniciativas continentales/globales, tales como el Jubileo 2000, la Alianza Social Continental, la Marcha de las Mujeres 2000, entre otras.

Así, paso a paso, el Grito de los Excluidos y Excluidas, ese clamor que por tiempos ha permanecido silencioso y silenciado, se va proyectando a todos los Continentes porque es una convocatoria a la solidaridad y el humanismo.

Para ponerse en contacto con la organización del Grito en su propio país, pregunten a la:

Secretaria operativa continental: gritoexcluidos@ig.com.br

gritodosexcluidos@migacoes.com.br

Grito en Brasil: pastmigra@ig.com.br

Página del Grito:

http://movimientos.org/grito/index.html.es

www.migacoes.com.br/gritodosexcluidos

Página de los movimientos sociales:

http://www.movimientos.org/index.html.es

http://www.movimientos.org/es/grito/index.html.es

El día 7 de septiembre (día del Grito en Brasil) se inician las acciones en los demás países, hasta el 12 de octubre (día del Grito en los países hispánicos. Pueden ser marchas, concentraciones, actos públicos, etc.

La víspera del día 12 de octubre cada país enviará una delegación para Nueva York, al mismo tiempo que prepara el Grito Continental en su país, lo que deberá realizarse en centenas de ciudades de los diferentes países de las Américas.

El día 12 de octubre habrá en Nueva York una marcha organizada por la municipalidad de la ciudad, que desembocará en el edificio de la ONU. Allí será entregada una carta elaborada por los participantes en el Grito.

En este proceso están involucradas las siguientes dinámicas continentales: el Grito de lo Excluidos, la Marcha mundial de las mujeres, la Alianza Social Continental, el Jubileo 2000, la CLOC, y FCOC.

De una evaluación de la Coordinadora Continental

Logros:

- La propuesta ha sido asumida por muchos paises y organizaciones. También se ha involucrado juventud que antes no estaba articulada.

- La participación de las Pastorales Sociales y Episcopales.

- El proceso ha generado nuevas utopías, nuevos modelos.

- El proceso se ha proyectado como una síntesis de espacios de participación y de reflexión.

- La nueva metodología: no hay esquemas fijos; no hay disputa de micrófonos.

- El sentido de la “pedagogía del ejemplo”, pues la gente está cansada de discursos.

Desafíos:

- Aún quedan países por articular.

- La relación entre sociedad organizada y excluidos.


 

Osvaldo León
Lima