Gregorio Luperon

Los Padres de América Latina
que todos debemos conocer
Gregorio LUPERON


Nació el 8 de septiembre de 1839, del blanco Pedro Castellanos y la negra Nicolasa Duperron, apellido que el pueblo dominicano transformó en Luperón. Pertenecía al estrato explotado de negros y mulatos. El trabajo fue la escuela en que más aprendió. A los 18 años fue nombrado comandante auxiliar del puesto cantonal de Rincón.

El 8 de marzo de 1861 el general Pedro Santana consumó la anexión a España. Gregorio se negó a firmar el decreto de anexión. Cuando las autoridades requirieron la entrega de las armas gritó: "¡No, no las entreguen!; ¡deben servirnos para ser libres!". Desde aquel momento no se dio reposo en pro de esa Causa. Lo capturaron, pero logró escapar.

Regresa al país, nuclea un grupo de patriotas, lanza un manifiesto y crea el embrión del ejército necesario para la liberación. Se convierte pronto en general de brigada, a pesar de su corta edad. Fue asignado a Santiago, para atacar la fortaleza de San Luis; no contento con ocupar esa fortaleza, continuó su lucha. Los españoles trataron de llegar a Puerto Plata, pero fueron derrotados.

Los vencedores organizaron un gobierno provisional, y fue propuesto para él. Su modestia, la pureza de su patriotismo y sus 24 años, lo llevaron a renunciar. Sin querer abrió las puertas a Salcedo, quien fue elegido presidente provisional el 14 de setiembre de 1863. Ese día se proclamó la independencia de la República. Luperón renunció al nombramiento de comandante de armas y gobernador de Santiago: "porque ambos destinos se hallan en abierta oposición con mis deseos"; sobre todo no le gustaban nada los términos ambiguos en que se expresaba la independencia. La llegada de refuerzos colonialistas de nuevo obligó a Luperón a tomar las armas. Pero mientras él luchaba contra los españoles, el presidente Salcedo intrigaba con ellos, hasta dar instrucciones para juzgar sumariamente a Luperón y fusilarlo. El pueblo lo impidió.

Su patriotismo le llevaba a no negociar con los españoles. Salcedo, sin embargo, toleraba los intereses colonialistas. El pueblo clamaba por la acción a favor de la Patria y ponía su esperanza en Luperón. La situación condujo al golpe de Estado del general Polanco el 10 de octubre de 1864. De nuevo rechazó Luperón la presidencia. En cambio, fue nombrado gobernador de la Vega, y dictó medidas para que se arriase la bandera española en Santo Domingo y en otras ciudades. Polanco, cansado de las intrigas, convocó elecciones para la constituyente y renunció. En su lugar fue elegido Luperón.

La antigua burguesía tenía sus esperanzas en el general Báez, lo cual motivó varias intervenciones de Luperón para derrocar a Pimentel y después a Báez que había decidido acabar con él.

Cuando Cabral primero y Báez después, venden la península y bahía de Samaná a EEUU por un millón de dólares, vuelve Luperón a la defensa de la Patria, rechazando los acuerdos y luchando contra ellos. Por ello fue de nuevo blanco de la persecución de Báez y de su aliado Grant, presidente de EEUU, quienes decían de él que: "es un bandido manchado de crímenes".

Derrocado Báez en 1874, el general González que usurpó el poder quiso asesinar a Luperón, pero ni el pueblo ni los soldados lo permitieron. El 7 de febrero de 1876 González se vio obligado a renunciar, y de nuevo se ofrece a Luperón la presidencia, pero vuelve a rechazar a favor de Espaillat.

En 1880 de nuevo Luperón tuvo que hacerse cargo de la presidencia por un año. El erario público había sido saqueado. Los efectos de la honestidad y del trabajo eficientes se hicieron ostensibles. La constitución de 1880 fue como una primavera democrática.

Así fue la vida de este gran patriota. Un continuo intervenir para llevar adelante a su país hacia la libertad y soberanía, el orden, la paz y el progreso. Murió en Puerto Plata el 21 de mayo de 1897, víctima de cáncer. Tenía 58 años. Su talla moral y su patriotismo fueron enormes, como su desinterés. Su ejemplo, uno de los más resplandecientes de América.