En la nube

 

El País https://tinyurl.com/y5lszfoq

 

No es de algodón, y por dentro no está llena de gotitas de agua. Es más, ni siquiera está en el cielo. Está anclada en la tierra y compuesta por miles de ordenadores conectados entre sí. La nube –ese lugar etéreo del que todo el mundo habla– es material, se puede ver y tocar. Por dentro no es más que cientos de estanterías, todas del tamaño de una nevera, repletas de poderosos servidores por donde fluyen millones de datos las 24 horas del día.

En este sitio, al norte de la capital madrileña, está almacenada una parte de la vida digital de decenas de miles de empresas y millones de personas. Correos electrónicos, fotografías, datos bancarios, nuestras aplicaciones favoritas... y un sinfín de información que dejamos como rastro cada vez que nos conectamos a la red.

No cualquiera puede entrar a esta nube. Su sistema de seguridad es impenetrable. Para acceder a las distintas salas donde están los más de 14.000 servidores –con capacidad de 11 petabytes (equivalentes a unos 180 años de vídeo de alta definición)– hay que atravesar, entre otros sistemas de seguridad, un control de reconocimiento biométrico. Tal resguardo no es para menos. En esta cloud, nube, hay información de más de 100.000 empresas, gestiona 350.000 dominios, un millón de cuentas de correo y aloja 150.000 webs. Todo un mundo virtual.

Por esa razón en el tejado de este edificio hay grandes torres de refrigeración para mantener los servidores a una temperatura estable: unos 24 grados centígrados, aproximadamente. En caso de algún percance serio, como un desastre natural, la infraestructura puede mantenerse sin energía eléctrica unos tres días, gracias a los centenares de baterías y a varios grupos electrógenos que se alimentan a base de gasoil. La prioridad es proteger la nube de las compañías, de las empresas, una herramienta que se ha convertido en una pieza clave en la transformación digital.

Hoy, un número creciente de empresas se está sumando a esta revolución y ha decidido poner los datos que manejan en manos de los expertos. ¿La razón? Tener la información siempre disponible (en cualquier dispositivo), y protegida. La nube aporta muchísimas ventajas para cualquier compañía. Esta tecnología es trascendental en un contexto cada vez más conectado. Las personas somos digitales en nuestro día a día y en cómo nos relacionamos. Esto obliga a las empresas a tener que actualizarse constantemente, a transformarse, cambiar y evolucionar, para seguir siendo competitivas.

Mover la información a la nube es un paso crítico, pero actualmente necesario. Es una palanca clara para el desarrollo de una empresa. Las compañías que ya usan esta tecnología han cambiado radicalmente la forma tradicional de hacer negocios y de relacionarse con los clientes. Algunos ejemplos los vemos en firmas como Inditex, que transforman la experiencia del cliente en sus tiendas, pero también en la banca, que ha evolucionado su modelo de relación a través de las aplicaciones móviles.

A nivel mundial, firmas como Amazon, Apple, Spotify, AirBnB y Cabify han hecho que los clientes hayan adoptado una nueva forma de relacionarse con las marcas y que se empiece a exigir esta misma experiencia y disponibilidad de un servicio al resto de las organizaciones y empresas. Uno de los aspectos clave es que la nube ha acercado a las pymes (pequeñas y medianas empresas) tecnologías y capacidades a las que hasta ahora solamente podían acceder las grandes compañías. Aporta agilidad (el hecho de que puedas estar operativo en un par de minutos), flexibilidad (siempre vas a encontrar un modelo adecuado para tu compañía, que, además, va a ir creciendo contigo), y ahorro de costes, pues no requiere de inversiones, pagas sólo por aquello que realmente necesitas.

Además, los negocios pueden adaptarse con facilidad a los cambios. Es por ello por lo que cada vez más datos, procesos y aplicaciones se suben a la nube, como por ejemplo las herramientas de gestión empresarial, pero también los simples respaldos de los computadores de las personas.

Las grandes empresas hace ya tiempo que utilizan la nube; las pymes van un poco más rezagadas; algunas tienen todavía hoy una cierta reticencia respecto al tema de la seguridad. Actualmente, los ciberataques continúan en aumento, y son contra las pymes. Pero a pesar de ello, tener las aplicaciones o los datos en la nube es mucho más seguro que tenerlos en una infraestructura local o en una oficina. Y para disponer de ellos en cualquier momento de manera rápida y flexible es necesario apuntalar la conectividad. Ésta es clave para poder sacar todo el partido posible de la nube.

Dicha transformación en la conectividad se aborda incorporando nuevas tecnologías, como las redes definidas por software (SDN, por su sigla en inglés). Con las SDN es posible controlar y tener visibilidad desde un único punto de todas las sedes geográficamente dispersas de una misma empresa.

Digamos que un banco necesita abrir una sucursal móvil, con todas sus aplicaciones, dentro de su red privada. Gracias a las SDN, es posible incorporar esa sucursal en la red ¡en cuestión de minutos! O si una empresa identifica un tráfico anómalo en una de sus sedes, con esta tecnología es posible cortar tráfico o aislar sedes, ¡en cuestión de segundos!, desde el portal de gestión, pudiendo restablecerlo con la misma rapidez y sencillez. Esto, antes de incorporar SDN en las redes era impensable hacerlo tan rápido y sencillo; es un cambio brutal en la forma de gestionar las redes de datos en las empresas. Es nube y conectividad al máximo.

En las distintas salas hay más de 14.000 servidores con capacidad de 11 «petabytes» (equivalentes a unos 180 años de vídeo de alta definición).

Lo que se busca con la fuerza de ambas tecnologías es más seguridad y flexibilidad en las comunicaciones. Hace tiempo se ve con claridad que el mercado evoluciona hacia las SDN, y ya son muchas las empresas que llevan tiempo trabajando para hacer posible esta transformación de la red. Es toda una tendencia entre las empresas que buscan una nueva realidad en su agilidad operativa.