En 30 años la tierra no podrá alimentarnos a todos

 

La revista Nature propone limitar el consumo de carne a una vez por semana

Amado Herrero Madrid, elmundo.es

 

Decidir los productos que integran la lista de la compra o los alimentos que llegan a nuestra mesa influye en la lucha contra el cambio climático. A nivel mundial, el sistema alimentario es uno de los principales generadores de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), al mismo nivel que sectores como la producción de energía y calefacción. A esto hay que sumar su influencia en el consumo de agua y en la pérdida de la biodiversidad, sacrificada para crear nuevas tierras cultivables. Un artículo de la revista Nature afirma que el impacto medioambiental de la alimentación humana podría aumentar de un 50 a un 90% en las próximas décadas.

La Universidad de Oxford ha desarrollado un modelo detallado para cada país. Ha identificado varias áreas de impacto críticas: emisiones de los gases que aceleran el cambio climático, pérdida de espacios naturales, uso de agua dulce, y diseminación de nitrógeno y fósforo por los fertilizantes. Concluyen que ninguna medida en solitario puede mitigar lo suficiente el aumento de la presión sobre el clima global; sólo un enfoque multidisciplinar permitiría abordar el problema y garantizar el sustento de una población mundial que para el año 2050 debe alcanzar la cifra de 10.000 millones de personas.

Dicho enfoque pasa por un cambio global en la alimentación hacia productos de origen vegetal, además de la reducción a la mitad del desperdicio de comida y de una mejora de prácticas y tecnologías agrícolas. «Aunque se necesitan cambios a gran escala para mantener los sistemas alimentarios dentro de los límites medioambientales, todos podemos cambiar el mundo, por ejemplo, adoptando dietas más sanas, apoyando a empresas con prácticas sostenibles y exigiendo a los responsables políticos una regulación medioambiental y sanitaria clara y firme», explica Marco Springmann, autor principal del artículo.

Según cifras de la FAO, la producción de pasto y piensos para el ganado ocupa hoy el 80% de la superficie cultivable del planeta. Sin embargo, sólo un 55% de las calorías de los cultivos del mundo están destinadas directamente a la alimentación humana; el resto se reparte entre la ganadería (36%), los biocombustibles y otros productos industriales. “La producción de carne genera emisiones de gases de efecto invernadero y demanda gran cantidad de recursos” explica Luis Lasalleta Coto, investigador de la Universidad Politécnica de Madrid y coautor del trabajo.

Para contrarrestar el impacto de la producción de carne en el medio ambiente, los autores abogan por una dieta que privilegie los productos locales y de temporada, con al menos 500g diarios de frutas y hortalizas, al menos 100g de proteínas vegetales (legumbres, cereal o frutos secos) y pequeñas cantidades de proteínas de origen animal, como aves de corral, pescado, leche y huevos. La carne roja quedaría reducida a una porción semanal, muy por debajo de su consumo medio actual.

Por otro lado, es necesario reducir la pérdida de alimentos a la mitad para mantener el sistema dentro unos límites sostenibles. Se estima que entre un 30% y un 40% de los alimentos producidos en todo el mundo no llegan a consumirse. Algunos productos nunca llegan a recogerse, otros se estropean antes de llegar a los consumidores, y muchas cosas son desechadas por comerciantes y restaurantes. «La reducción de los desperdicios de alimentos es otro pilar fundamental», explica Lasalleta, «y toda iniciativa que lleve al consumidor a estar informado y a actuar en consecuencia es importante».

Además de la pérdida económica que supone producir algo que no se va a consumir, la descomposición de los alimentos en los vertederos genera grandes cantidades de metano. Desde la FAO explican que los consumidores podrían reducir la cantidad de desechos tomando medidas simples, como servir porciones más pequeñas, aprovechar los ingredientes sobrantes y apoyar a cafeterías, restaurantes y supermercados que ponen en práctica medidas para reducir los desechos.