El triángulo negrero

El triángulo negrero

Eric Williams


En el comercio triangular, Inglaterra, Francia y la América colonial aportaban exportaciones para las embarcaciones. África aportaba la mano de obra. De las plantaciones provenían las materias primas de las colonias. Las naves de los esclavos partían de la Madre Patria con un cargamento de manufacturas. En la costa africana éstas eran intercambiadas, con un amplio margen de ganancia, por esclavos negros, que eran trasladados a las plantaciones americanas, donde, con nuevas ganancias, eran cambiados a su vez por un cargamento de productos coloniales con el que emprendían el viaje de regreso al país de origen.

Conforme aumentaba el comercio, al tráfico triangular se añadía, aunque sin suplantarlo, un comercio directo entre la Madre Patria y las «Indias occidentales». Allí las manufacturas eran intercambiadas directamente por productos coloniales.

El tráfico triangular constituyó así un triple estímulo para la industria británica. Los negros eran comprados con manufacturas británicas. Después eran trasladados a las plantaciones. Allí producían azúcar, algodón, melaza, y otros productos tropicales, cuyos procesos de elaboración crearon en Inglaterra nuevas industrias. Al mismo tiempo, el mantenimiento de los esclavos y de sus propietarios en las plantaciones ofrecía otro mercado a la industria británica, a la agricultura de Nueva Inglaterra (una de las colonias inglesas que después fundaron los Estados Unidos) y a la pesca practicada en las tierras recientemente descubiertas. Hacia 1750 no existía en Inglaterra una ciudad manufacturera o comercial que no estuviese de alguna manera ligada directamente o a través del tráfico triangular, con las colonias. Los beneficios que se derivaron de ahí constituyeron uno de las mayores contribuciones a la acumulación de capital que financió en Inglaterra la Revolución Industrial.

Las Antillas se convirtieron en el eje del Imperio británico, de enorme importancia para la grandeza y la prosperidad de Inglaterra. Fueron los esclavos negros los que hicieron de estas colonias productoras de azúcar las más importantes de toda la historia del imperialismo. Para Postlehwayt, ellos eran «el sostén y el apoyo fundamental» de las colonias, «gente de valor», cuyo trabajo abastecía a Gran Bretaña de todos los productos cultivados en las plantaciones. El Imperio británico era definido por dicho autor como «una magnífica supraestructura fruto del comercio americano y de la potencia naval, y basada sobre fundamentos africanos.

Eric Williams,

Capitalismo y esclavitud, Ed. Siglo XX