El terror y el Imperio

EL TERROR Y EL IMPERIO

José COMBLIN


El Medio Oriente es cada vez más el centro de la política mundial. El gobierno estadounidense pensaba que con la victoria militar se acabarían los problemas provocados por el régimen de Saddam Hussein. La experiencia demuestra que estaba equivocado. En primer lugar hubo todavía más evidencia de que las motivaciones invocadas para justificar la invasión habían sido inventadas con el fin de justificar lo que se había decidido por otros motivos menos nobles que los que fueron invocados. Esto creó una situación de malestar en la opinión pública de EEUU. Algunos empiezan a evocar el recuerdo del Vietnam. En Vietnam también fueron invocadas motivaciones falsas y EEUU se metió en un problema del que sólo lograron salir sin honor.

Los estadounidenses pensaban que serían recibidos como liberadores por el pueblo. Pero el pueblo quería solucionar sus problemas sin la presencia de una potencia extranjera que se instala y se porta como potencia colonizadora. Está creciendo la resistencia tanto de los chiitas como de los sunitas mientras los kurdos insisten en su autonomía. Las fuerzas armadas están perdiendo más hombres por la lucha de la resistencia que por las operaciones militares. Ahora están descubriendo que tendrán que mantener una presencia militar fuerte durante mucho tiempo y que su prestigio en la región y en el mundo irá degradándose de forma inevitable.

En Afganistán, las fuerzas armadas de EEUU abandonaron el país a la anarquía. Cada tribu es casi autónoma, dirigida por sus jefes tradicionales, y el gobierno central instalado por la fuerza militar estadounidense no gobierna nada.

Peor es la situación en Israel. Bush ha dado más y más apoyo a la política agresiva de Sharon. Israel está instalándose en las tierras palestinas y no respeta ningún tratado. Dentro de poco, los palestinos estarán en su país como prisioneros de las colonias judías. La respuesta solamente puede ser una resistencia cada vez más desesperada. A la juventud palestina no se le está dejando otra salida que el suicidio. Prefieren suicidarse matando a algunos israelitas más bien que suicidarse sin hacer nada.

La evolución actual parece confirmar la previsión hecha por S. Huntington hace unos 10 años, de que el siglo XXI sería de confrontación entre dos mundos culturales incompatibles, el mundo occidental liderado por EEUU y el mundo musulmán.

Lo que más contribuye para confirmar tal interpretación es que Bush y los representantes de su gobierno se afirman como profundamente religiosos y hacen de su política una acción religiosa casi mesiánica. Son convertidos que entraron en los grupos más fundamentalistas de la famosa Derecha religiosa ligada al partido republicano y a la que, según se dice, pertenecería hasta el 40% del pueblo estadounidense. Bush y su gobierno creen que EEUU ha recibido de Dios una misión mundial: la misión de dar la libertad, la democracia y la paz al mundo entero. Creen que EEUU es la nación más pacífica que hay en el mundo. Creen que están llamados a liderar el mundo del bien en la lucha contra el “eje del mal”. Todos los que se oponen a la política estadounidense pertenecen al eje del mal. Al acentuar la línea religiosa de su política Bush confirma la interpretación de la actual confrontación en el Medio Oriente como guerra religiosa, guerra total, guerra de civilizaciones.

Después del 11 de septiembre de 2001, el eje del mal ha tomado una figura más universal. Si bien no se ha podido probar ninguna conexión entre Saddam Hussein y Al Qaeda, en el imaginario occidental actual se ha producido una conexión: el eje del mal es el terrorismo. Creen que los talibanes de Afganistán y el régimen de Saddam Hussein en Irak eran manifestaciones del terrorismo mundial, lo que justifica la guerra que les hicieron los representantes del Bien. EEUU lidera la lucha contra el terrorismo, pero todos los pueblos son llamados a entrar en la misma lucha. La Alianza propuesta por EEUU para luchar contra el terrorismo es la forma concreta del imperialismo político de hoy. A los gobernantes les gusta la referencia al Imperio romano que también recibió la misión divina de imponer la paz al mundo.

Una vez decretada la lucha total contra el terrorismo, una paranoia colectiva entró en el pueblo estadounidense. Se han suspendido las libertades constitucionales, se ha justificado la tortura, se han suspendido los derechos a la defensa, a la comunicación, se han multiplicado los controles de policía y se ha llegado al absurdo de los controles de los zapatos de los viajeros en los aeropuertos. Las autoridades han perdido hasta el sentido de lo ridículo, tan grande es su ansiedad. Es una neurosis colectiva que los gobernantes quieren inculcar en las mentes de su pueblo. Creen que volviéndolos locos los protegen contra el terrorismo. Por supuesto, al ver la extrema fragilidad psíquica de los ciudadanos estadounidenses, los terroristas no pueden sentirse sino más animados. Ven que sus acciones producen efectos mucho más fuertes de lo que podían imaginar. Saben que algún día, con acciones terroristas se podrá desmantelar el sistema de protección neurótica del sistema.

Después del 11 de marzo de 2004 en Madrid, la misma paranoia tomó el control de Europa. Los europeos entraron en la neurosis colectiva. Todo esto muestra la poca resistencia de una civilización que se cree fuerte y tiembla desde la primera amenaza. Con toda su superioridad técnica, el mundo desarrollado tiembla ante algunos grupos pequeñísimos que usan armas proporcionadas por ese mismo mundo desarrollado. Para los candidatos a terroristas, esta reacción muestra la gran fragilidad psíquica de un mundo dotado de tanta fuerza material.

El mundo occidental entró en un estado de enfermedad mental y síquica, mostrando una gran deficiencia en la formación humana de sus técnicos. Nada permite pensar que sea capaz de volver a la normalidad. Es el destino de las elites de los mundos dominantes. Los medios de comunicación se encargan de alimentar la neurosis colectiva.

En América Latina, a pesar de los esfuerzos de los medios de comunicación, no se ha logrado inculcar todavía la angustia del terrorismo mundial. Pero hay otra neurosis que los medios de información cultivan con una dedicación sistemática. Se trata de la neurosis de la violencia. Es un hecho que la violencia aumenta, sobre todo en las grandes ciudades, y, dado el crecimiento del desempleo urbano, es probable que la criminalidad vaya a aumentar también. El único remedio que los gobernantes han encontrado, es aumentar la policía y sobretodo la fuerza material de la policía. Pues la policía no está viviendo en medio de la población. Vive en sus carros y sus escritorios, pero no está en contacto con la población, que no puede confiar en ella y más bien desconfía. No se toman medidas serias capaces de dar otra orientación a la juventud popular. Ésta sabe que no tiene porvenir dentro de la sociedad establecida. Fueron expulsados de esa sociedad. Si los traficantes de drogas les ofrecen una salida, ¿cómo no van a aceptarla?

Mientras los gobiernos divierten a los pueblos con la guerra contra el terrorismo, las multinacionales están conquistando el mundo. Cada año conquistan nuevos espacios. Quieren conquistar las materias primas. En Chile Pinochet había entregado a empresas norte-americanas la mayoría de las minas de cobre. Todavía están allá. Venden la mayor parte del cobre chileno y durante 25 años nunca han pagado impuestos. Dicen que no hacen lucro, que están perdiendo dinero. Según ellos, cada año el balance es deficitario. No se explica cómo empresas multinacionales son tan filantrópicas que explotan las minas de cobre sin lucro alguno. Tampoco se explica cómo ellos pierden dinero explotando el cobre, cuando otros hacen lucros fabulosos. Pero el gobierno chileno tiene que tragarse la mentira y no tiene poder para imponer sus leyes de impuestos. Para las multinacionales las leyes nacionales no valen.

El mayor escándalo está en Bolivia. EEUU quiere recibir el gas boliviano -que actualmente es la única riqueza del país- prácticamente sin pagar nada. El pueblo boliviano ha logrado expulsar al presidente que estaba listo para hacer la operación y firmar el acuerdo. Ahora el sucesor quiere hacer lo mismo. ¿Se necesitará una nueva insurrección del pueblo indígena? Lo que pasa en Bolivia es una indignidad sin nombre, y el gobierno de EEUU quiere imponer el hambre al pueblo más pobre del continente americano, sacando provecho de la misma debilidad del Estado boliviano. En donde hay reservas minerales, las multinacionales quieren ser las dueñas, y van conquistando las materias primas a partir de los gobiernos más débiles.

Las multinacionales quieren dominar el mercado de los productos agrícolas. Están destruyendo la agricultura de América Latina. En México la comida básica es el maíz, pero ahora, después del TLC, más del 90% del maíz que comen los mexicanos, es estadounidense, porque las compañías de EEUU han conquistado el mercado, y los agricultores mexicanos están en la más atroz miseria. De la misma manera quieren destruir toda la agricultura local e imponer sus productos. Lo hacen mediante los subsidios del gobierno a su agricultura, de tal suerte que sus productos resultan más baratos. En segundo lugar están tratando de introducir semillas transgénicas de las que tienen las patentes. Una vez que los agricultores latinoamericanos adoptan los transgénicos, caen en la dependencia de las empresas multinacionales que son dueñas de las patentes. Aquí reina la Monsanto que ya ha conquistado gran parte de la agricultura gracias a sus transgénicos. Al principio no piden royalties, pero después de conquistar el mercado podrán imponer sus condiciones y América Latina será la República de Monsanto, y todos comerán productos Monsanto.

Las multinacionales conquistan el sector bancario, el sector de energía y transporte, el sector químico, el sector de la comunicación y de la cultura. En pocos años más ya no habrá nada que sea de procedencia nacional o pueda depender de nacionales. El país entero estará en manos de multinacionales que buscan su lucro y no se interesan por el bien del pueblo. Por lo demás disponen de innumerables métodos para no pagar impuestos o pagar muy poco.

Si se llega a concretar el ALCA, ya no habrá nada en la economía que pueda ser controlado por los gobiernos nacionales, y éstos estarán en la dependencia total mediante los tribunales encargados de dirimir los procesos entre gobiernos y multinacionales. Un gobierno nunca ganará un proceso intentado por una multinacional. Es lo que se ha visto ya en el tratado del NAFTA que une EEUU, Canadá y México. En este momento el ALCA encuentra resistencia, sobretodo porque EEUU no quiere hacer ninguna concesión y no quiere dar a los otros países los derechos que EEUU reclama para sí. El ALCA es un tratado hecho para someter los Estados al poder de las multinacionales. El tratado debía ser firmado en 2005, pero es difícil que se llegue de hecho a mantener esa fecha. Excepto si EEUU pone toda su fuerza militar y política para imponerlo.

Confiando poco en un acuerdo multinacional como el ALCA, EEUU ha firmado acuerdos bilaterales con Chile y naciones centro-americanas, y la tendencia dominante consistirá en multiplicar tales acuerdos bilaterales.

¿Cómo anda la resistencia a la conquista del mundo por EEUU? En 2004 el Forum Social Mundial reunió muchedumbres sobre todo asiáticas en Mumbai en la India. En enero de 2005 el Forum Mundial se reúne de nuevo en Porto Alegre. Tales asambleas muestran que hay en los pueblos organizaciones que luchan por otro mundo. Pero ellas aún no constituyen fuerzas políticas capaces de actuar a escala mundial. Lo que pueden hacer los gobiernos nacionales es muy limitado, porque las grandes decisiones se toman en otros lugares. Las fuerzas financieras mundiales están bien organizadas y pueden ejercer presiones irresistibles. Los movimientos sociales no constituyen fuerzas sociales que puedan efectivamente presionar a EEUU. No se han organizado fuerzas populares a escala mundial.

Puede ser que esta organización de fuerzas populares sea imposible sin la ayuda de gobiernos nacionales que puedan oponer una cierta resistencia a la voluntad de EEUU. Por el momento tal fuerza aún no existe. En la guerra de Irak, Francia y Alemania, asociados a Rusia, trataron de mantener una cierta distancia y no quisieron mandar tropas. Sin embargo otras naciones europeas lo hicieron, cediendo a la presión estadounidense. De todos modos las naciones europeas están demasiado asociadas a EEUU y no pueden ofrecer un polo de resistencia. En el futuro, China podrá constituir tal polo, puesto que llegará a constituir un frente unido con las naciones de Extremo Oriente, incluso con Japón. Dentro de unos 10 años, el bloque de Extremo Oriente tendrá más fuerza económica que EEUU y podrá ser punto de apoyo de movimientos sociales mundiales para contestar el dominio de las multinacionales occidentales. EEUU todavía podrá tener la superioridad militar, pero sin superioridad económica, la superioridad militar no será suficiente para mantener el sistema imperial. En este momento el crecimiento de China impresiona. Pero aún hay una gran incógnita: ¿cuál será la opción China una vez que tenga superioridad económica? Sería la primera vez en la historia del mundo que el liderazgo fuera tomado por el Extremo Oriente, no sabemos cual será el modo de ejercer el poder de ese nuevo conjunto. Pero está cada vez más claro que en pocos años más el liderazgo mundial va a cambiar.

¿Qué pasa en América Latina? Las elecciones de los últimos tiempos mostraron que los pueblos querían un cambio: querían más autonomía nacional, menos dependencia de EEUU, menos desigualdad social, menos pobreza. Votaron por candidatos de cambio. En la práctica sólo hubo desilusiones. En lugar de cambio hubo continuidad. Hubo movimientos políticos importantes por parte de los indígenas en Ecuador y Bolivia. Lograron sacar al presidente, ganar las elecciones, pero el nuevo presidente no cambia nada: prometen más independencia del FMI, pero luego caen en la trampa del FMI y se someten. En Brasil la desilusión fue muy grande. Nadie había imaginado que el nuevo presidente se rindiera con tanta facilidad al FMI.

Como siempre el FMI impide cualquier progreso social, porque limita cualquier inversión social. Al imponer su programa de austeridad y de prioridad dada a la lucha contra la inflación, el FMI es el que define el presupuesto del Estado. En Argentina el nuevo presidente al principio mostró pruebas de mayor autonomía, pero luego tuvo que ceder también. El gobierno de América Latina, por el momento, es el FMI, a pesar de la protesta de los pueblos. Las últimas elecciones han mostrado que el pueblo no tiene ninguna posibilidad de imponer su aspiración dentro del sistema mundial actual.

La democracia en A.L. se revela cada vez más como un juego de diversión popular sin consecuencia práctica. En la práctica el gobierno hace lo contrario de lo que prometió. Uno puede preguntarse si los presidentes tienen siempre un revólver en la nuca, revólver en manos de un agente secreto estadounidense que les impone lo que deben firmar.

En realidad, los presidentes que quieren un cambio, se encuentran con la oposición cerrada de las élites tradicionales y no se animan a entrar en conflicto con ellas. El único que entró en conflicto fue Hugo Chávez en Venezuela. Con el apoyo de las masas pobres, logró sobrevivir hasta hoy. Pero, parece que los obstáculos que encuentra, sirvieron para angustiar a los demás presidentes. Ni Lula, ni Gutiérrez, ni Kirchner se atrevieron a dar un paso siquiera en una confrontación con las élites.

El problema sigue igual: las élites lograron impedir que la Independencia frente a las metrópolis entregara el poder a la mayoría popular. Después, nunca más quisieron ceder siquiera una parcela de su poder. Las sucesivas Repúblicas nunca cambiaron nada: siempre mandan los mismos, siempre una pequeña minoría tiene el control de toda la riqueza del país. Son esas élites las que entregan la economía del país a las multinacionales. Lo que sucede hoy día es una nueva versión de lo mismo.

¿Qué hace la Iglesia en el contexto actual? En general podemos decir: ella no hace nada. Hace años que el Papa no gobierna y la Curia continúa repitiendo lo mismo: la prioridad aún es el «programa por la vida», o sea, la repetición de la moral tradicional en materia sexual, acentuando la oposición a la cultura actual. Teológicamente, la atención de la defensa de la fe se dirige hacia los teólogos del diálogo con las religiones: los casos de Jacques Dupuis, y Juan José Tamayo son ilustraciones de esa preocupación. Se trata de salvar la identidad católica, preocupación dominante del presente pontificado.

El Papa no se muere, pero con la ausencia de gobierno paraliza la Iglesia. Los movimientos constituyen el elemento activo: Opus Dei, Legionarios de Cristo, Focolarinos, Schoenstattianos, Carismáticos de diversas obediencias y otros, son cada vez más importantes, y la Curia escoge siempre más obispos de entre sus organizaciones. Por lo demás los obispos se dedican a la administración de sus diócesis y tienen poca importancia en la sociedad. Lo mismo vale del clero. El Papa había entregado la tarea de evangelizar a los movimientos y nada ha cambiado. Los últimos obispos de Medellín y Puebla se han retirado. Ya sólo quedan los obispos de Juan Pablo II. El resultado es el gran silencio: no tienen nada que decir. El clero está fuera de los debates, y trata de defender su moral tradicional dentro del pequeño rebaño fiel.

La huida de millones de católicos hacia otras denominaciones cristianas u otras religiones, sobre todo hacia las iglesias pentecostales está aumentando, hasta el punto de despertar ansiedad en la jerarquía. En la última reunión el CELAM sugirió la reunión de una nueva Conferencia General latinoamericana de obispos para tratar el problema de la “deserción silenciosa” de millones de católicos que se acentúa, y para buscar remedios. Se sabe que no todos los sectores de la Iglesia aceptan la idea de una nueva Conferencia General: por ejemplo, los cardenales latinoamericanos de la Curia se oponen. La reunión podría ser planeada para 2005 ó 2006. Pero la enfermedad del Papa constituye un obstáculo.

José COMBLIN

João Pessoa, Brasil