El sueño boliviano

El sueño boliviano

Amparo Cordero Núñez


El 24 de abril de 2013 Bolivia inicia un camino que tiene como objeto final obtener una salida soberana al Océano Pacifico. Sueño que está en corazón de todos los bolivianos, no únicamente porque el derecho internacional de estos tiempos le permite en derecho buscar este resultado, sino porque la buena vecindad entre países vecinos, lo hace imperativo. El escenario, la Corte Internacional de Justicia, el más alto Tribunal creado por la Sociedad Internacional para la solución de los conflictos entre Estados. Dos Estados que, circunstancialmente, se enfrentan, en una contienda jurídica, haciendo lecturas diferentes de los hechos. Bolivia afirma que Chile tiene la obligación de negociar con ella un acceso soberano, y Chile, por su parte, niega la existencia de dicha obligación, aludiendo a que el Tratado de 1904 habría resuelto cualquier tema pendiente en este aspecto.

En el desarrollo de este proceso, bolivianos y chilenos fuimos testigos en marzo del 2018, de la ronda de alegatos orales ante la Corte Internacional de Justicia presentados por ambos Estados, finalizando de esta manera la fase oral del proceso. Bolivia con una mirada más contemporánea del Derecho Internacional sostiene que las fuentes de obligaciones para los Estados van mas allá de los tratados o la costumbre internacional; menciona como tales: las declaraciones unilaterales chilenas, el intercambio de notas, los acuerdos tácitos y los actos unilaterales, entre otros.

Chile en cambio, con una posición muy conservadora y exegética del Derecho Internacional, niega que estos actos tengan naturaleza jurídica, y menos reconoce en ellos efectos obligatorios. Independientemente del contenido jurídico de las pretensiones bolivianas, nos encontramos frente a una situación por demás novedosa para la Corte Internacional de Justicia, y por supuesto, de gran responsabilidad, debido a que las aspiraciones del pueblo boliviano son únicas en su naturaleza y contenido. Resta ver si la Corte Internacional de Justicia y el mismo pueblo chileno están a la altura de tamaño desafío.

El presidente Evo Morales ha afirmado que la diplomacia boliviana está basada en la hermandad, solidaridad y complementariedad de los pueblos, para construir la paz con justicia social; una paz que no significa únicamente la ausencia de guerra, sino que ambos países convivan en armonía y buena vecindad.

De la misma manera ha afirmado: «Quiero construir puentes de entendimiento y no muros de enfrentamiento. Los pueblos tenemos que construir buena vecindad, respetando nuestra identidad y dignidad. Son tiempos de solidaridad y de complementariedad. Todo para el bien de nuestros pueblos».

En su visita a Bolivia, el Papa Francisco recordó que «el diálogo es indispensable», y reconoció que era «justo» el anhelo de una salida al mar de Bolivia. Una autoridad chilena como Claudio Grossman, sostuvo que «no está en juego la integridad territorial de Chile», y con una mirada apocalíptica de la Demanda, afirma que promoverá la inestabilidad en las Relaciones Internacionales de los Estados, posición que es compartida por las más altas élites chilenas, que ven amenazados sus intereses económicos en los puertos chilenos.

Muy a pesar de las afirmaciones de Grocio, la historia nos ha demostrado que no existen guerras justas, en consecuencia, no puede ser justo su resultado.

Afortunadamente, un sector del pueblo chileno, ha internalizado otro concepto de la justicia entre los pueblos. Desde el año 2014 ha habido distintas manifestaciones de artistas, políticos, intelectuales y sectores del pueblo chileno de apoyo a la causa boliviana, porque entienden que son otros tiempos los que ahora vivimos; los pueblos viven en una situación de interdependencia y complementariedad; ambos Estados tienen la oportunidad histórica de hallar soluciones a este diferendo a través de fórmulas que beneficien los intereses de ambos. La base, indudablemente, es el diálogo, la buena fe, el sentimiento de hermandad, desechando intereses mezquinos de orden meramente económico de un sector pequeño de chilenos.

Como había afirmado el agente boliviano en La Haya, Chile podría resolver el enclaustramiento boliviano con el 0,2% de su costa. Para el pueblo boliviano, el acceso soberano al Océano Pacífico va mas allá de consideraciones políticas, arancelarias, agencias aduaneras o libre tránsito; el mar, para los bolivianos, significa un sueño que permanece en sus corazones por más de 130 años, y estamos convencidos de que los hermanos chilenos comparten este sueño, como un hecho de justicia de integración y de reciprocidad entre ambos pueblos.

Esperamos que la Corte Internacional de Justicia, haciendo honor a su nombre, esté a la altura de la sabiduría y nobleza demostrada por ambos pueblos.

 

Amparo Cordero Núñez

Cochabamba, Bolivia