El proceso de producción mundializado en Haití

El proceso de producción mundializado en Haití


La candorosa Walt Disney paga dos dólares al día a sus trabajadoras en Haití por coser ropa que en el mercado vende por 584.

Un pijama de Pocahontas tiene un precio final de venta al público de 19’95 US$: la retribución que le corresponde a la obrera que lo cose es de 0’07 dólares. Así funciona la multinacional Walt Disney en sus fábricas instaladas en el Tercer Mundo.

En Haití, el escenario de las industrias Walt Disney formado por auténticos barracones con sólo dos baños para sus obreras contrasta con el candor de las mallas de Pocahontas, el último reclamo de la factoría Disney y nueva fuente de ingresos multimillonarios para esta multinacional.

En el interior de la industria el trabajo se desarrolla con un ruido ensordecedor durante 8 ó 10 horas diarias. Se trabaja de pie, apenas apoyándose en algunos bancos. Si lo quieren, las obreras pueden llevarse un almohada desde sus casas: demasiado gasto para las finanzas Disney asumir el coste de una almohada. Les está prohibido hablar a las trabajadoras, así como ir al baño más de dos veces al día. El ritmo de trabajo es tan trepidante que apenas permiten 10 minutos de pausa para el almuerzo.

Entre las filas de obreras, los capataces, con gritos continuos y golpes, procuran que la producción no pare. “Nos tratan como animales”, dicen las trabajadoras.

Quienquiera que intente organizar una mínima forma de protesta es inmediatamente despedida. No hay ningún control ni asistencia sanitaria y si una obrera cae enferma, no tiene derecho a retribución ni indemnización alguna.

En Haití no es legal despedir las mujeres embaraza-das, pero los empresarios han encontrado el modo: trasladan a las mujeres embarazadas a los trabajos más pesados y malsanos hasta que, poco después, es la propia obrera quien se ve obligada a abandonar el puesto. Todo este ritmo de trabajo, con golpes y violencia, a cambio de dos dólares al día.

A las industrias textiles de Haití, un disfraz de Pocahontas llega en 11 piezas que, mediante tres operaciones manuales de coser puños, etiquetas, dobladillos, etc., formarán el producto terminado. En 8 horas una obrera confecciona 50 mallas. Una producción con un valor de mercado de 584’5 dólares, pero que será retribuida con dos dólares y 22 centavos. Una obrera, tras una semana y media de trabajo, podrá comprarse la misma malla que ella misma produjo en 10 minutos.

La diferencia entre el valor de mercado de los objetos producidos y las pírricas retribuciones no sería tan escandalosa si las obreras ganasen al menos lo suficiente para poder llevar una vida digna. Pero en Haití los salarios son de tercer mundo y el coste de la vida, de primer mundo. El salario de un día de estas trabajadoras les da apenas para su alimentación y tomar el autobús para ir al trabajo. Para poder sustentar al resto de la familia se deben endeudar, lo que les termina empobre-ciendo todavía más, debido a las usureras condiciones bancarias.

Durante el gobierno de Aristide, elegido por la población haitiana después de años de dictadura, el salario mínimo aumentó, aunque tampoco excesivamen-te, para no desanimar las inversiones extranjeras. Como respuesta a esta subida salarial, las empresas que manejan las subcontratas de la producción Walt Disney aumentaron la cuota de producción diaria de las obreras. Durante ese mismo tiempo, la inflación ha hecho el resto reduciendo posteriormente el poder adquisitivo de los salarios.

Al final del proceso de producción la Walt Disney puede vender sus productos en el mercado a precios del siglo XXI pagando a una obrera haitiana lo que ganaba una obrera estadounidense al comienzo de este siglo. Otro dato, simplemente curioso: para ganar la misma suma que el administrador delegado de la Disney gana en sólo una hora, la obrera haitiana tendría que trabajar 10 horas diarias durante 101 años.

La organización sin ánimo de lucro National Labor Comitee ha iniciado una campaña contra la misma Walt Disney, para que sean posibles inspecciones conducidas por organismos independientes que puedan entrevistar libremente a las obreras y verifiquen las condiciones reales en que trabajan.

Información facilitada por Red Arco Iris de Brescia: Ale.Ramon@numerica.it