El pensamiento poscolonial y los derechos humanos

El pensamiento poscolonial y los derechos humanos
 

Héctor Laporta


Hay una contradicción entre la retórica de la libertad del siglo XIX y la actual experiencia de violencia e intolerancia para con el «otro». Los movimientos independentistas y la formación de las nuevas Repúblicas latinoamericanas contra el colonialismo español de mediados del siglo XIX tienen en común los lazos entre el nuevo Estado Nacional y la Iglesia Católica. Tal alianza ha cambiado y ha sido reformada de diferentes maneras en cada país latinoamericano.

El pensamiento decolonial llama nuestra atención para entender cómo el colonialismo no acabó con las guerras de Independencia, sino que continúa presente en categorías de pensamiento, sistemas de creencias y valores en los que las identidades y subjetividades subordinadas en América fueron reproducidas por la Iglesia Católica con el apoyo de los nuevos grupos dominantes criollos.

Dos evidencias de estos lazos entre la Iglesia Católica y el Estado Latinoamericano son: el Concordato, acuerdo establecido entre la Iglesia Católica y las nuevas Repúblicas independientes; y en segundo lugar, la influencia ética de la Iglesia Católica en la restricción de derechos civiles sobre ciertos grupos de ciudadanos en temas como roles de género, matrimonio y vida sexual.

La primera evidencia son los acuerdos o Concordatos que la mayor parte de los nuevos países latinoamericanos independientes firmaron con el Estado Vaticano. Antes de continuar, es importante recordar que Benito Musolini otorgó estatus de estado independiente al Estado Vaticano (1929). El Concordato es un acuerdo entre la Nación-Estado y la Iglesia Católica en términos de privilegios, derechos y beneficios económicos de parte del Estado. En algunos casos, como en Perú, el Concordato fue originalmente firmado por el dictador Francisco Morales Bermúdez (1980), que fue parte de la Operación Cóndor, una campaña de persecución orquestada por las dictaduras de derecha de América Latina contra militantes de izquierda en los 70. Este acuerdo entre los oficiales de la Iglesia Católica y las dictaduras militares de América Latina fue una complicidad para la violación de los derechos humanos y las miles de desapariciones que se dieron en la región (Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia y Perú). Actualmente este acuerdo se ha vuelto anticonstitucional, porque viola el principio de autonomía del estado secular moderno respecto de cualquier credo religioso particular. La prevalencia del Concordato viola los derechos de los ciudadanos que no se identifican con ese credo particular. En algunos países, como Perú, los obispos de la Iglesia Católica reciben del Estado un salario de la misma cuantía que los de un ministro del gobierno.

La segunda evidencia es la influencia ideológica de la Iglesia Católica a través de los valores morales. La moral católica limita cualquier otro conocimiento moral, estableciendo perspectiva dualista y antinómica en los valores morales de los ciudadanos: una moral determinada por cielo/tierra, cristiano/pagano, virtud/pecado, puro/impuro. Ese sistema es enseñado a través de la catequesis, la disciplina sobre el cuerpo por medio de los ritos, y la represión de los deseos sexuales a través de la confesión. Desde este bio-poder, la ortodoxia de la Iglesia Católica ha establecido los criterios para el matrimonio, la vida sexual, y los roles de género.

Hoy día, en pleno siglo XXI, este pensamiento colonialista afecta a los derechos de una importante parte de la población. Principalmente mujeres y personas de la comunidad LGTBQ. En cuanto al matrimonio, más allá de que es un derecho de todo ciudadano según la ley civil, a la Iglesia Católica en América Latina se le ha atribuido el monopolio para controlar el matrimonio. Argumentando que es un rito religioso, ha establecido los criterios sobre quién puede y quién no puede contraer matrimonio, negando otras tradiciones religiosas y los derechos de otras gentes.

Los mecanismos culturales del colonialismo funcionan estigmatizando y discriminando a una parte importante de la población. Son formas de pensamiento y políticas con las que los ciudadanos son tratados como menores: el papá Estado y la mamá Iglesia tienen que decirles qué es lo correcto y lo bueno para ellos. Son violaciones de los derechos humanos que afectan a las clases pobres, a mujeres, indígenas y comunidades LGTBQ.

 

Héctor Laporta

Lima, Perú - New York, Estados Unidos