Ecología integral o nuevo estilo de vida

Ecología integral o nuevo estilo de vida

Que todas las dimensiones de la vida puedan ser sostenibles

Roberto Malvezzi


1. De qué estamos hablando

Observemos la vida diaria de una familia de trabajadores –el padre, la madre y sus hijos– viviendo una vida sencilla. El padre madruga para trabajar, busca el sustento de la familia. Probablemente lo que gana es poco y la familia tendrá que hacer enormes sacrificios para mantenerse con lo que él gana.

La mujer también trabaja, y mucho. Tiene que hacer todo el trabajo de la casa y cuidar de los hijos. A veces también trabaja fuera, aunque sea por algún período, como una jornalera, o a tiempo completo. Dentro de casa todas las actividades han de ser calculadas: el costo de la energía no puede sobrepasar determinado valor, igual que el agua, la comida... La vida muchas veces es así, parca, viviendo con lo mínimo.

Pero esas personas no tienen sólo dificultades. Los fines de semana acostumbran a encontrarse con amigos, a veces toman una cerveza o comen algo juntos, por barato y sencillo que sea. Algunos irán a misa, o a algún culto, a un partido de fútbol, verán TV, o manejarán su celular, las redes sociales u otros medios de los que hoy casi todos disponen. Habrá también momentos para la amistad, para la intimidad de las parejas, para la convivencia.

Tal vez participen en alguna obra comunitaria para ayudar a algún amigo o vecino. Puede ser que tomen parte en alguna lucha social de la comunidad, del barrio, o se interesen incluso por la vida política del país, los trastornos socioambientales de toda la humanidad, o tal vez ya estén preocupados por el futuro de la Tierra en la que todos moramos.

En fin, la vida es una totalidad en la que todas sus dimensiones están ligadas, sin que tengamos que pensar sobre cada una de ellas. La gran mayoría de las personas, simplemente, vive la vida.

Por eso, cuando hablamos de ecología integral, quizá pocas personas sepan de qué se trata. Pero es probable que si las llevamos a reflexionar sobre sus vidas, se sentirán muy cercanas al significado de ese concepto. Porque ecología integral quiere decir exactamente vivir una vida en la que cada dimensión esté integrada en el todo, y donde todas las dimensiones de la vida puedan ser sostenibles.

2. Entonces...

En ese sentido la ecología integral necesariamente tiene una dimensión económica, una dimensión social, ambiental, cultural... e incluso una dimensión subjetiva, quiero decir, el cultivo de la interioridad, de alguna espiritualidad, o de la simple meditación.

Más aún, estas dimensiones no pueden ser restringidas al ámbito personal y familiar, sino que tienen inevitablemente un alcance social mayor, político, global, desde el que hoy estamos obligados a repensar el mundo económico y su relación con lo social, lo cultural, lo político, lo ambiental y todas las dimensiones de la vida.

Por tanto, la ecología integral, es necesariamente una utopía, en el mejor sentido de la palabra: un horizonte siempre buscado, tal vez siempre distante, pero que permanece siempre como una referencia de lo que es lo bueno, lo mejor. Pocos viven una ecología integral perfecta, y más estando inmersos en el mundo del consumismo y de lo descartable.

Entonces, ecología integral, más que un concepto, es un estilo de vida que resulta exigido en esta hora histórica, para todos, no sólo para los bien informados y capaces de hacer raciocinios complejos. La vida es compleja y el pueblo sabe vivirla.

Esta idea choca frontalmente con la ideología del consumo irracional, presentado como modelo de vida. Ideología que nos persigue todos los días, incluso en los medios periféricos y más pobres.

Basta examinar nuestras vidas, incluso en las capas sociales menos favorecidas: el deseo de ropa nueva, del último modelo de celular, de computador, de calzado deportivo... muchas veces entra en conflicto con necesidades fundamentales de una familia digna, como el saneamiento básico, la salud y hasta la educación. Lo desearíamos todo, pero en la sociedad de lo descartable, los productos vendidos en el marketing resultan mucho más atractivos que las necesidades básicas. En Brasil por ejemplo, existen más de 200 millones de celulares, pero sólo el 50% de los brasileños tiene alcantarillado, y sólo el 38% de las aguas residuales recogidas son tratadas. Luego la ecología integral es un contrasentido en el mundo del consumo desenfrenado, insostenible pero útil para la circulación cada vez más veloz de la acumulación del capital.

Por eso, usando un lenguaje teológico, buscar la ecología integral es también una conversión, tanto de la persona como de toda la sociedad. No nos engañemos, un modelo de civilización depredador como el que vivimos, tiene sus estructuras de poder, de ideología, incluso de violencia, para imponerse y mantenerse. Por tanto, esa conversión también implica la actitud profética, consciente, de renunciar al mundo consumista para vivir la sostenibilidad general, que no es fácil, que exige sacrificios personales y actitudes que confronten lo que está establecido como bueno, con lo que es mejor para que todos vivamos bien.

Por lo demás, ese tipo de civilización actual trae implícitas las injusticias socioambientales. Hay quien consume como diez o como mil personas, mientras que hay personas, multitudes, que no tienen lo básico para vivir una vida humana digna. Por eso es tan oportuna la utopía del buen vivir. No se trata de la «buena vida» del burgués consumista, que ignora los procesos que destruyen la naturaleza y explotan a las personas para que su mundo sea perfecto. El buen vivir implica la calidad de vida del otro, del ambiente en el que estamos insertos todas las formas de vida.

En el sentido del pensamiento más organizado, la llamada ecología integral es deudora del llamado «pensamiento complejo», en el que todas las dimensiones están integradas, muy diferente del pensamiento particularizado, binario como máximo. Cuando el pensamiento es complejo, las premisas son varias y el resultado es diferente a cuando pensamos el mundo de forma simplista, como la lógica econométrica, que sólo mira al «costo-beneficio».

3. Qué debemos repensar

La propuesta cada vez más avanzada, más profunda, más necesaria, de la ecología integral no está surgiendo por fuerza de algunos pensadores y sus ideas geniales, aunque éstos nos ayuden mucho a entender lo que está pasando. Más bien surge de límites concretos que la naturaleza va presentando al ser humano, como respuesta a las agresiones que ha sufrido, incluso como una venganza. En un determinado momento nos vemos obligados a admitir que, o cambiamos nuestro estilo de vida y de sociedad, o será inevitable la catástrofe.

Si antes pensábamos que éramos los señores de la Tierra, hoy la naturaleza nos dice claramente que es ella la señora. Nosotros somos parte de la cadena de la vida que ella cobija, tal vez su conciencia, tal vez su corazón, pero no sus dueños. Las agresiones de ese modelo de civilización contra el ambiente tiene límites, que ya están claros para gran parte del mundo de la ciencia y gran parte de la humanidad.

Pero, si la conciencia está clara, ¿por qué no cambiamos? Porque este modelo de sociedad se alimenta de la destrucción, no sabe existir sin ella, no quiere existir sin ella. Esa decisión ya está tomada, no verbalmente, e iremos hasta el fin con esa concepción. Entonces, los humanos que queden, lo que sobreviva de la vida en la Tierra, tendrá que recomenzar con lo que quede y con quien sobreviva.

Pero la civilización depredadora y sus sacerdotes no lo son todo... ¿Podemos tener esperanza? ¿Qué significan aquellas personas que conscientemente, o por límites de su patrón de vida, están más próximos a otro estilo de vida, más integral e integrado, más respetuoso del ambiente y de la propia sociedad humana? ¿Qué significan pueblos enteros, agredidos hace siglos, que no se rindieron a la propiedad privada, a la depredación y al consumismo? Ahí está la esperanza, aunque sea poco visible, parezca frágil o incluso impotente. Esos son los profetas de este nuevo tiempo que será decisivo para el futuro de la humanidad y de gran parte de los seres vivos que habitan la Tierra. La ecología integral es un horizonte para todos los hombres y mujeres de buena voluntad, cualquiera que sean sus ideas.

De que lo entendamos depende la esperanza de una nueva humanidad y de una nueva Tierra.

 

Roberto Malvezzi

Juazeiro, BA, Brasil