Detrás de la lucha contra la droga

DETRÁS DE LA LUCHA CONTRA LA DROGA

Noam CHOMSKY


La lucha antidroga que se desarrolla en mi país tiene muy poco que ver con las drogas en sí mismas. Se trata básicamente de una técnica para controlar a las poblaciones que se consideran peligrosas dentro de EEUU.

Y no es una técnica nueva: siempre ha sido así. Basta volver la mirada a la Inglaterra del siglo XIX, cuando se declaró ilegal la ginebra mientras el whisky se mantenía dentro de la legalidad. Eso se hacía no sólo por una razón de clase (la ginebra era la bebida de la clase obrera y el whisky lo era de la clase rica); se trataba sobre todo de una forma de mantener el control sobre la clase obrera.

Cuando se prohibió el alcohol en EEUU, lo que se buscaba era el cierre de los salones de Nueva York en donde solían reunirse los obreros inmigrantes. Nunca se detuvo a nadie que bebiera en los barrios ricos.

Con la marihuana sucedió algo similar: su prohibición en EEUU estaba dirigida a los mexicanos. Nadie sabía qué era la marihuana cuando fue prohibida: sólo se sabía que era algo que sólo los inmigrantes mexicanos consumían. Por eso se criminalizó su consumo: para poder controlar a la población de inmigrantes mexicanos. Después, la marihuana fue autorizada.

La actual «guerra antidrogas» de EEUU comenzó en la década de los 80 y fue directamente dirigida a la población negra. De esta guerra se trata de apartar a la población blanca, y en la mira están precisamente los tipos de droga que consumen los negros. Nada en esta lucha tiene que ver con las drogas y todo en ella tiene que ver con una forma de controlar y criminalizar a las poblaciones consideradas «peligrosas». Es, en cierto modo, la forma como EEUU realiza lo que en Colombia llaman «limpieza social».

Las autoridades estadounidenses no intentan detener el suministro de drogas; tratan de criminalizar a la población negra. Los negros son las mayores víctimas en esta guerra. Es enorme el número de los que se encuentran atrapados por el sistema judicial y penal.

¿Y cómo incide esta guerra en el gran sector medio de la población, que se halla en franco proceso de deterioro económico? Se trata de asustarlos. Cuanto más se pueda incrementar el temor a las drogas y al crimen, a las madres subsidiadas y a los inmigrantes, a los extranjeros y a toda suerte de personas «peligrosas», más se podrá controlar a la gen-te. Hágalos estar temerosos unos de otros, y hágalos pensar que el otro les está robando: así Vd. podrá controlarlos. Eso es lo que busca en el fondo la guerra antidrogas.

Colombia desempeña un papel en esta guerra de EEUU. En muchos países se produce drogas, pero Colombia es el símbolo de donde vienen las drogas. Por tanto, si el gobierno puede mostrarse duro imponiendo sanciones a Colombia, «descertificándola», esto contribuirá a la guerra antidrogas al interior de EEUU, a este programa de control social.

Lo que está sucediendo en mi país no tiene nada que ver con una prevención de las drogas que vienen de Colombia. Las drogas seguirán llegando y, hagan lo que hagan, en el gobierno de EEUU saben que no existe forma de impedirlo. Si de verdad se quisiera detener el consumo de drogas en EEUU, hay una forma fácil de hacerlo: los programas educativos. Son muy eficaces y han logrado grandes cambios. Entre los sectores más privilegiados, el consumo de drogas ha ido disminuyendo de un tiempo para acá, al igual que el consumo de cualquier otra sustancia dañina.

Por ejemplo, mis estudiantes no fuman ni consumen drogas, el consumo de café está bajando, y así en todo. En la actualidad, el consumo de cigarrillos en EEUU es un asunto de clases: casi ningún estudiante universitario fuma, pero si uno va al sector pobre de cualquier ciudad y encuentra allí a grupos de jóvenes, verá que casi todos fuman. Es un problema de clases, como lo es el consumo de drogas o de alcohol. Es una costumbre que tiene que ver con cambios de percepción y concepción que dependen de la cultura de las clases sociales.

Hace unos años murió en EEUU un jugador de baloncesto llamado Len Bias a causa de una sobredosis de cocaína. En el curso de más o menos un año, el consumo de cocaína disminuyó en mi país en un 50% aproximadamente. La disminución en el consumo de drogas se debe básicamente a la educación. En este caso, un descenso tan rápido en el consumo se logró con la publicidad masiva de un acontecimiento muy horrible, pero hay formas de lograr lo mismo de manera inteligente.

En EEUU se están dando recortes en los programas educativos dirigidos a la gente, y a la vez se intensifican las circunstancias que conducen a la gente a las drogas: hay más pobreza y menos empleos, sueldos más bajos y menos programas de ayuda. Es ahí donde radica el problema. Cuando los colombianos dicen: «el problema está en EEUU», tienen toda la razón. Mientras exista demanda de drogas, existirá suministro. Y no existe modo de detener esto. La raíz del problema está dentro de EEUU, y es un problema que nunca se va a solucionar si las drogas y la guerra contra ellas son utilizadas como un medio de control social.

Es como cuando encendemos la televisión estadounidense y escuchamos toda suerte de ataques contra las madres solteras subsidiadas por programas sociales de gobierno. El propósito de estas campañas es enfrentar a la gente trabajadora contra ellas. Los salarios de los trabaja-dores descienden, sus vidas empeoran, sus hijos tendrán menos oportunidades... ¿Qué nos dirá la televisión? Que las madres subsidia-das nos están robando. Si una adolescente fue violada y tiene un niño y yo la subsidio, me está robando. Entonces, ódiala. Es por eso que se está presentando tan negativamente el sistema de subsidios.

Aumento del odio y del miedo: son métodos de control social usados en todas partes. En un país como EEUU, donde realmente no se podría hacer uso de grupos paramilitares para asesinar a la gente, se confía más en las técnicas de control social. Y básicamente, es con esto con lo que tiene que ver la lucha antidrogas.

La CIA trabajó 10 años con narcotraficantes

Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington. EEUU trabajó con narcotraficantes en varias ocasiones en América Latina durante los últimos 10 años y tuvo pleno conocimiento de las actividades de envío de droga a su país por miembros de la contra nicaragüense.

Jack Blum, ex asesor del Subcomité sobre Terrorismo y Narcóticos del Senado y quien encabezó la primera investigación en torno a los vínculos entre la contra y el narcotráfico a fines de los 80, afirmó que hay amplia evidencia de que la comunidad de inteligencia de EEUU estaba bien enterada y que deliberadamente decidió ignorar las actividades de narcotráfico de las fuerzas antisandinistas durante la segunda mitad de la década del 80. También recordó que las administraciones de Reagan y Bush obstaculizaron la investigación sobre el vínculo entre «aliados» de EEUU en A.L. y el narcotráfico.

También se presentó el inspector general de la CIA, Frederick Hitz y su colega en el Departamento de Justicia, Michael Bromwich, quienes realizan una investigación formal sobre el asunto provocadas por una serie de reportajes publicados por el diario californiano San Jose Mercury News, según los cuales dirigentes de la contra, con el apoyo de la CIA, introdujeron cocaína crack en la comunidad negra de Los Angeles para financiar la guerra antisandinista.

Blum hizo un recuento a fondo de los casos en que había evidencia de que agentes y funcionarios trabajaron con personas en América Latina en la lucha anticomunista con pleno conocimiento que sus aliados eran narcotraficantes, o que tenían contactos con ese sector criminal. «La verdad es que los políticos cerraron sus ojos ante el comportamiento criminal de nuestros aliados en esa guerra. Los políticos ignoraron su negocio de droga, su robo, y sus violaciones de los derechos huma-nos. Sabíamos de la conexión entre el comercio de cocaína de la costa oeste (estadounidense) y los contras».

Blum ofreció detalles y ejemplos en los que se encontró evidencia de que los esta-dounidenses tenían conocimiento pleno de las actividades de narcotráfico de sus aliados en CA.

Recordó que el propio general Noriega de Panamá estaba en la nómina del gobierno de EEUU, con un pago de unos 200 mil dólares al año, y que por lo menos en dos ocasiones se reunió con el coronel Oliver North, uno de los cerebros del Irán-contras, para planificar el apoyo a la contra. Y subrayó que durante todo ese tiempo el gobierno estaba consciente de que Noriega estaba involucrado en el narcotráfico.

Señaló que empleados del gobierno de EEUU no hicieron nada para detener el flujo de drogas que finalmente afectó a comunidades estadounidenses, sólo con la justificación de que la guerra anticomunista en C.A. era prioridad. Y que el poder Ejecutivo hizo todo lo posible para entorpecer su investigación-.

La Jornada 24 octubre 1996