Coyuntura de la solidaridad internacional

ANÁLISIS DE COYUNTURA DE LA SOLIDARIDAD INTERNACIONAL

Sergio FERRARI


Cuando el poder «confunde»...

El desgano, cuando no las dudas; la inercia cuando no la autocensura, confiscaron este último lustro parte de las energías del movimiento solidario que construido en torno a Vietnam, Chile y Argentina, se había ampliado hasta el infinito años más tarde gracias a Centroamérica.

Tras la crisis del socialismo real, a fines de los ochenta, la derrota electoral sandinista, apenas comenzada la década actual, y la compleja salida negociada en El Salvador, la solidaridad internacional Norte-Sur, desde años focalizada particularmente en Latinoamé­rica, se tambaleó por el tobogán de la desorientación.

En ese revolcón ideológico, las propias divisiones internas de las fuerzas progresistas centroa­mericanas, tuvieron una parte de responsabilidad. Habían perfilado una solidaridad verticalizada, como reflejo de su propias concepciones internas, y no era fácil a miles de kilómetros de distancia, recrear, desde el vacío, de un día a otro, toda la frescura política necesaria para responder a los nuevos tiempos.

Casi al mismo tiempo el Norte occidental triunfante comenzó a ametrallar con nuevos valores de poder. La ofensiva que acompañó y sustentó al mundo unipolar, a la mundialización y al ajuste neo-liberal, no descuidó nada.

Ante el repliegue del movimiento de solidaridad internacional, también en esta esfera intentó el sistema distorsionar las dinámicas. De repente y como por arte de magia, la «intervención humanitaria» estrenada en Somalia se trató de convertir en la nueva forma oficial y aceptada de ejercitar la solidaridad. Peligroso intento de vaciar de contenido a una de las escasas expresiones de la auténtica convivencia planetaria.

Maniobra no lograda de reemplazar la amistad y el compromiso horizontal entre los pueblos por una raquítica concepción asistencialista que no dudó en recurrir a la represión cuando los «asistidos» decidieron seguir revoltándose. En poco tiempo se probó los límites de este ensayo-probeta que pretendió confundir en la retórica solidaridad con intervencionismo.

Signos de los «nuevos» tiempos

La naturaleza cada vez más polarizante, elitista y asolidaria del modelo mundial en ejecución pone en jaque la propia cotidianeidad del Norte y denuncia las grandes fisuras de su propuesta.

En los mismos países desarrollados aumenta el desempleo; se evidencia la caída abrupta de la calidad de vida y se constata el retroceso en muchas de las áreas sociales más sensibles, históricamente intocables. La protesta y aun la explosión -como en la Francia de fines del 95- se comienzan a perfilar con cierta vehemencia como vehículo de insatisfacción creciente.

El antiguo Este europeo, insatisfecho por las promesas no saldadas, recupera sus ganas de pensar sin autocensura, y revalora con distancia crítica ciertos logros del pasado. El nuevo protagonismo de fuerzas progresistas en muchos de ellos, a sólo cinco años de la caída del muro, no deja de aportar un condimento sorprendente.

Al mismo tiempo, del Sur comprometido llegan señales reactualizadas que indican que en aquel pedazo del planeta el concepto de rendición no encaja en los diccionarios. En ese sentido, la fortaleza y originalidad mediática del zapatismo chapaneco para irradiar su convicción en la utopía -en momentos en que pensar distinto era pecado- reanima la esperanza, también al norte del ecuador político.

Para una nueva estrategia

Nuevamente se crean mejoradas condiciones para hablar de solidaridad internacional sin temor al ridículo. Y si bien el movimiento que la protagonizó durante la década pasada no termina de sintetizar el balance de las causas que la paralizaron en su momento, empieza a retomar iniciativas y a recuperar su práctica.

Se perfila así una nueva-vieja-reactualizada Solidaridad, cuantitativamente inferior a la de antes, pero que cualitativamente tiene posibilidades de superarla. Se da una conjunción de diversos actores: el residuo de la antigua militancia, los grupos -sobre todo cristianos y organizaciones no gubernamentales progresistas- que lograron sobrevivir mejor a la crisis (tal vez por su visión menos ideologizada y más universalista) y nuevos actores emanados de una juventud en permanente búsqueda.

Y junto con este resurgir, un cúmulo de nuevas preguntas que, de responderse, alcanzarían para redefinir los ejes claves de la Solidaridad estratégica de cara al siglo XXI:

Diferencias, matices y acuerdos entre Solidaridad y Cooperación, sea ésta oficial o no gubernamental; ¿cómo y con quién impulsarlas en el Norte?; sujetos e interlocutores en el Sur; prioridades (¿fuerzas progresis­tas, sociedad civil, sectores productivos específicos...?) ; formas de expresión y materiali­zación ; el camino inverso y la imprescindible solidaridad Sur-Norte, la del despertar y la utopía...

 

Sergio FERRARI

Argentina, Nicaragua, Suiza