Coyuntura de la situación de la mujer

ANÁLISIS DE COYUNTURA DE LA SITUACIÓN DE LA MUJER

Carlos GRADÍN


En las últimas dos décadas se produjo un incremento de la esperanza de vida de la mujer en nueve años, pasando de 54 años en 1970 a 63 en 1992, un 20% más que el correspondiente a los hombres. Se redujeron en un tercio las tasas de fecundidad, y las tasas de alfabetización de mujeres adultas y la escolarización de las niñas se incrementaron notablemente (respectivamente pasaron de un 54 a un 74%, y de un 67 a un 86%), reduciéndose la distancia respecto de las siempre más elevadas tasas masculinas. No obstante:

1. Ningún país trata a sus mujeres tan bien como a sus hombres. De hecho, sólo unas pocas sociedades han logrado un considerable avance respecto de la igualdad de los sexos.

2. La igualdad en la condición de los sexos no depende del nivel de ingresos reales. China, con un quinto del ingreso de Arabia Saudita, trata a la mujer de un modo sensiblemente superior. Tailandia está por encima de España, pese a tener la mitad de su ingreso real.

3. En los dos últimos decenios se han logrado apreciables adelantos, aun cuando sea mucho lo que queda por hacer. En los últimos 20 años ningún país retrocedió en el sendero hacia una mayor igualdad a mayores niveles de capacidad.

Pese a todo ello, persisten importantes desigualdades. Entre los 900 millones de analfabetos del mundo, dos tercios son mujeres. En algunas sociedades pobres existe la percepción de que los niños son mejor alimentados que las niñas. Así en América Latina y Caribe, mientras la tasa de niños con peso inferior al normal es del 17%, la de niñas alcanza el 31%.

Oportunidades económicas

En este terreno los avances han sido mucho menores. La pobreza tiene rostro de mujer. El 70% de los 1.300 millones de pobres que se estima hay hoy en el mundo son mujeres. En este proceso coinciden las sociedades más agrarias con las más industrializadas. Si en EEUU en 1960 las mujeres representaban el 40% de los pobres, en 1980 pasaron a representar el 62%. En este país más de la mitad de los hogares encabezados por una mujer engruesan las bolsas de pobreza.

La razón de todo ello es el menor acceso de la mujer al mercado laboral, y su discriminación laboral por un salario medio menor . La participación femenina en la población activa era en 1990 de tan sólo el 39,5% frente a un 58% masculino. Además, es sabido que ante la crisis económica son las mujeres las que más sufren el desempleo.

Esta discriminación tiene diversas facetas. En el sector agrícola, donde la mujer siempre ha tenido un papel fundamental, todavía son muchos los países donde ésta se encuentra con dificultades en el acceso a la titularidad de la tierra. Acceso del que mayoritariamente fue excluida en las reformas agrarias de El Salvador, Honduras, México y Nicaragua, donde no pasaron de representar entre el 4 y el 25% de los títulos de propiedad. En Kenia, una mujer sólo puede acceder a la propiedad de la tierra si tiene esposo o hijos vivos.

Directamente relacionado con ello, las mujeres son marginadas sistemáticamente del mercado de crédito, al carecer de ingresos estables y de títulos de propiedad. Así en muchos países de África donde representan el 60% de la mano de obra agrícola y el 80% del total de producción de alimentos, no reciben ni el 10% de los créditos a los pequeños agricultores, y el 1% del crédito total agrícola. Las mujeres están sobre-representadas en el sector económico informal, donde las condiciones laborales son peores. Así en Lima, durante los años ochenta el 80% de las mujeres económicamente activas trabajaban en este sector.

Su situación excepcionalmente débil las hace mucho más vulnerables que los hombres a las temidas políticas de ajuste estructural, como muestra el caso mexicano, donde la enorme pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores mexicanos durante el período de ajuste entre 1984 y 1992, afectó en mayor medida a las mujeres que vieron cómo sus ingresos caían del 71 al 66% de los ingresos masculinos, los cuales a su vez sufrían una considerable disminución. De la misma manera son las que mayormente sufren los recortes en subsidios, ayuda alimentaria, etc. En Harare, capital de Zimbawe, se duplicó en dos años el número de mujeres que murieron al dar a luz después de un programa de ajuste con especial incidencia en los gastos de salud.

Participación política

El mundo político no es más que un fiel reflejo, y causa a la vez, de la situación de exclusión padecida por las mujeres. Siendo más de la mitad de la población, sólo uno de cada diez escaños de los parlamentos del mundo está ocupado por una mujer. Pero su participación en los gabinetes de los gobiernos nacionales es todavía menor, un seis por ciento. Sólo en países como Noruega, Suecia o Finlandia alcanzan tasas de participación superiores al cuarenta por ciento en los gabinetes ministeriales. En 1995 Suecia ofreció al mundo el primer gabinete de la historia con un cincuenta por ciento de mujeres. Un 30% es necesario para que las mujeres ejerzan una influencia real sobre los procesos políticos. A nivel de parlamentos sólo cuatro países, nórdicos todos ellos, superan esta tasa: Finlandia y Noruega (39%), y Suecia (34%) y Dinamarca (33%). En el lado opuesto los países árabes apenas alcanzan el 4%. Pero no necesariamente son los países ricos los que presentan mejor situación. Países en desarrollo como, Sudáfrica, Cuba, China y República Popular de Corea otorgan participaciones superiores al 20%. Países relativamente ricos como Grecia, Kuwait, Corea del Sur y Singapur, están en el 5% o menos. Afortunadamente la representación de la mujer en la administración local suele ser mejor que en la nacional.

Pero el problema político de las mujeres no es sólo su menor tasa de participación sino que se refuer­za con la persistencia de desigualdad en el trato dado por las legislaciones. No es casual que 47 países miembros de la ONU no firmaron o no ratificaron la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. Otros 43 lo hicieron con reservas. Estas discriminaciones afectan fundamentalmente a aspectos ligados a la adquisición de nacionalidad por parte de extranjeros casados con una ciudadana nacional en países de Asia occidental y África septentrional; administración de bienes, al persistir la tutela del esposo en Chile y algunos países del sur de África; derecho de los esposos a restringir el trabajo de la mujer en Bolivia, Guatemala y Siria; derecho a viajar, dado que para obtener un pasaporte las mujeres requieren de consentimiento del esposo en algunos países árabes, y a la violencia que sufre la mujer, dado que en gran parte de América Latina la ley exonere al esposo que asesina a su mujer si ésta es descubierta en flagrante adulterio, junto a la escasa protección frente a violaciones, malos tratos, etc.

El reto: lograr la igualdad

Las principales medidas propuestas por el informe del PNUD:

-Movilizar esfuerzos nacionales e internacionales para lograr la igualdad jurídica en los próximos diez años. Destaca la propuesta de crear una organización no gubernamental internacional (World Women’s Watch) que vigile los avances y los escollos en el camino hacia la igualdad en cada uno de los países, como ocurre con los derechos humanos.

-Replantear arreglos económicos e institucionales a fin de que la mujer tenga las mismas opciones laborales que el hombre. Facilitar la participación del hombre en el cuidado del hogar, flexibilizar los horarios de trabajo para facilitar la compatibilidad entre trabajo fuera del hogar y cuidado de los hijos, tal como se comienza a aplicar en Suecia, Alemania o Japón. Favorecer fiscalmente el trabajo a jornada parcial, cambiar la legislación sobre herencias, divorcio y propiedad para facilitar el acceso de la mujer a la propiedad...

-Establecer un límite mínimo (no una meta) del 30% de los puestos de toma de decisiones a escala nacional reservado para mujeres.

-Promover mediante programas básicos la educación femenina universal, los mejores servicios de salud genésica y el aumento del crédito a la mujer. Éstas representan tres barreras fundamentales a las que se enfrentan las mujeres en el igual acceso a las oportunidades y beneficios del desarrollo, y sólo una acción política decidida puede eliminarlas.

Ello es más factible de lo que pueda parecer. Por ejemplo, garantizar la matriculación universal de las niñas en primaria y secundaria durante los próximos quince años, necesita una inversión de entre 5 y 6 mil millones de dólares anuales. Teniendo en cuenta la gran rentabilidad social en todos los ámbitos de esta inversión no caben dudas de lo urgente que resulta.

-Favorecer el acceso de todos, pero en especial de las mujeres, a las oportunidades económicas y políticas,de acuerdo con lo refrendado en la Cumbre de Copenhague sobre Desarrollo Social, dedicando el 20% de los presupuestos de los países en desarrollo y el mismo porcentaje de los presupuestos de ayuda de los países desarrollados a satisfacer las necesidades básicas.

El avance hacia la plena equiparación de los sexos está a nuestro alcance, pero requiere una fuerte voluntad de superar los obstáculos existen­tes.

 

Carlos GRADÍN

Datos del Informe del PNUD’95