Aunque es de noche todavía, ya es madrugada

Aunque es de noche todavía...

José María VIGIL


Una década ya es distancia suficiente para permitirse aventurar un juicio o una visión de conjunto sobre el tiempo transcurrido. Al comenzar el nuevo siglo, ¿qué balance operativo podemos hacer de la pasada década?

a) Unas pocas luces empiezan a estar ya claras:

• No hay tal “final de la historia”. Apenas proclamado, llegó a su propio final. Ni Fukuyama cree en él, a juzgar por sus últimos escritos. No hay que gastar la mínima energía en discutir sobre ello. Tal vez fue una humorada, o al menos fue un “humor involuntario”. Hoy ya sería un ridículo evidente insistir en ello.

Hicimos bien en no doblegarnos a semejante herejía sociohistórica. A pesar de todo lo que todos nos decían, estábamos en lo cierto cuando no queríamos aceptar esa cacareada proclamación del final de la historia. Teníamos dentro una fuente de verdad, “en nuestro propio pozo”, que nos hacía estar seguros de la falsedad de semejante proclamación, “como si estuviéramos viendo lo invisible”. No nos arrepentimos.

El proyecto popular no fracasó: fue sofocado. El tiempo ha diluido las máscaras y ha sedimentado las evidencias. Sólo los que aún están enfermizamente deprimidos siguen autoculpándose, creyendo que fue equivocado o prometeico el intento de construir la liberación de Nuestra América, o que tal intento “fracasó” por su propia invalidez. Como si acaso se hubiera derrumbado como un castillo de naipes, sin que nadie lo tocara. Como si no hubiera debido soportar 30 años de “terrorismo de Estado” ejercido por los ejércitos nacionales -que traicionaron así a sus pueblos, ins-tru-mentalizados por las élites-. Como si no hubieran sido 30 años de persecución del imperio y de su CIA contra los mejores líderes de nuestros pueblos, los mejores espíritus militantes, las decenas de miles de muertos y de desaparecidos, las aldeas arrasadas, el genocidio establecido...

No creemos en el “dios de la guerra”, el dios que veneran quienes creen que quien gana la guerra es el que tenía la razón. La razón de la fuerza atropelló a la fuerza de la razón, y hoy estamos reconciliándonos con esa amada fuerza de la razón que siempre nos inspiró. Levanten la cabeza y la autoestima los deprimidos: orgullosamente nos consideramos “soldados derrotados de una Causa invencible”.

Lo que nos movía era la Utopía, y la Utopía sigue viva. Porque no luchábamos por un modelo de socialismo. Nuestra Causa era más honda y estaba más allá de las mediaciones concretas, todas ellas falibles. Lo que ha podido fracasar ha sido un modelo bolchevique de socialismo, (honestamente, no pueden darse por fracasados otros modelos a los que en vez de darles espacio suficiente para ser experimentados, fueron irracionalmente bloqueados). Nosotros no apostábamos por las mediaciones, por estos modelos, sino por la Causa: la Utopía. Y la Utopía no puede ser erradicada, ni siquiera sofocada. Si se la aplasta aquí rebrotará allá, porque constituye a la naturaleza humana y va con nosotros, en nuestro mismo ser humanos. ¡Está viva, nosotros somos testigos!

Hay toda un conjunto de visiones heridas de muerte... En un grado de curvatura que por su amplitud nos es difícil percibir en lo micro, el mundo ha cambiado bajo nuestros pies más profundamente de lo que a primera vista parece. No sólo el marxismo soviético, sino muchas otras visiones y cosmovisiones -filosóficas, económicas, culturales y hasta religiosas...- están heridas de muerte y van a ser descartadas. Van a seguir todavía un tiempo, apagándose lentamente, porque la inercia histórica es grande, aunque el futuro cambió de hogar. Es importante descubrir su rastro y pasarse al futuro, optar por lo nuevo y “dejar que los muertos entierren a sus muertos”.

Algo nuevo está naciendo. La paralización está cediendo. Aunque parezca que no, “esto se mueve”. Las fuerzas están rebrotando y se están recomponiendo. Estamos despertando. Vuelve la izquierda, por más que la declararan erradicada. Curiosamente, empezando por el Norte: Seattle, Washington... son signos claros, pero sólo puntas del iceberg. Y los mismos enemigos de la izquierda lo reconocen. “¿Ladran, Sancho?, luego cabalgamos”, podemos decir, utópicamente, con don Quijote.

Esta recomposición está empezando por el Norte (ellos no han tenido que sufrir la “depresión” de verdadera “postguerra” que nosotros hemos experimentado en la mayor parte de nuestros países). Pero el Tercer Mundo se va a animar en seguida (esa vuelta de la izquierda va a serle un notable estímulo) y se va a unir al proceso ahora mundial de una “globalización otra”.

Y para operativizar estas nuevas certezas reconfortantes, podemos preguntarnos:

b) ¿Qué podemos hacer?

Aprender y enseñar la lección. No olvidar. Recuperar y mantener la memoria histórica. Profundizar en su sentido. Entender lo que realmente pasó. No autoculpabilizarse por lo que estuvo bien hecho. No interpretar como un autofracaso de la utopía lo que fue simplemente su asesinato violento. No confundir los hechos brutos con la Verdad. No creer que la fuerza de la razón dejó de asistirnos porque fuéramos aplastados por la razón de la fuerza.

Juzgar lo que quedó impune, condenar las dictaduras, descalificar para siempre los crímenes por “obediencia debida”, grabar para siempre en el paredón de la historia los nombres de los dictadores, de los golpistas y de los genocidas. Que quede claro en la conciencia de la humanidad que ya “Nunca Más” podrá repetirse aquello impunemente. Y enorgullecernos de nuestros mártires, avergonzándonos de todo pensamiento light, sin pasión.

Lo “global” . Ha aparecido esta nueva “localidad”: la global, porque ahora lo global se ha hecho también local. O sea, lo global está hoy a nuestro alcance como un lugar (local) más en el que ejercer nuestro compromiso. Hay que dejar de pensar lo global como abstracto y etéreo, o como enteramente opuesto a lo local. La actuación en lo macro y en lo estructural, la provocación de un gobierno mundial, la reforma de la ONU, la constitución de la Corte Penal Internacional, la mundialización del derecho, la denuncia del FMI, BM, AMI... son “locales globales” capaces de realizar plenamente la vida de compromiso de un militante del nuevo milenio.

Hay que en-redarse. En la sociedad de la información y en la era de la revolución de las comunicaciones (inexplicable e increíblemente democratizadas, a pesar de todo) toda militancia ha de pasar por las redes de esta nueva unidad.

“Estoy en red, luego existo”. Sólo si luchamos en red nuestra militancia estará a la altura de los tiempos.

El camino pasa por la conciencia. Ya sabemos que el “ciclo de las revoluciones armadas” se cerró hace tiempo, y que no se trata de “tomar el poder” en este sistema en el que el poder está estructuralmente sometido al mismo sistema. Estamos en otro ciclo, y el poder que hay que tomar es el de la conciencia, libre y liberada. El trabajo que hay por delante sigue siendo “de conciencia”, concientización: liberar las conciencias, encadenadas a la máquina de los medios de comunicación del sistema. No se puede ser libre hoy sin liberarse de las cadenas de los medios del sistema por una información alternativa.

Recrear con pasión la utopía, y lo gratuito. Hay que recrear el sentido de la vida, la concepción de religión, de Iglesia... Vuelve a ser -a pesar de las órdenes de “pensamiento único” por parte del sistema- una hora de creatividad, de esperanza, de madrugada, que espera nuevas intuiciones. Sin tener ya la recompensa a la vuelta de la esquina de la historia, tenemos ahora por primera vez la ocasión de ser gratuitos y utópicos por el simple placer de serlo.

Conclusión:

Es de noche, pero es madrugada. Lo principal de la noche, en cuanto oscuridad total y paralizante, ya pasó. No es ya noche cerrada; hay algunas luces, unas pequeñas luces; otras luces no se ven pero las estamos presintiendo, y sabemos que están por subir al horizonte, y que están viniendo, germinando...

Es ya madrugada, porque la noche está vencida, aunque no sea de día todavía. Una madrugada podrá ser larga, o tal vez muy larga... pero ya canta victoria sobre la noche, que va a quedar atrás, decididamente.

Es madrugada... y anuncia tormenta. Truena. Algunas de las luces son simplemente relámpagos que, por un momento, dejan ver la tempestad que se avecina. El día va a comenzar agitado, con turbulencias. Lamentablemente, el sistema hoy por hoy sigue empeñado en continuar sembrando vientos, y nos va a obligar a todos a recoger tempestades. Hay que hacer lo que buenamente se pueda por evitarlo y, en todo caso, por estar preparados para afrontar y forzar la madrugada.

“Aunque es de noche” todavía,

mientras esperamos el Día,

¡hacemos profesión de madrugada!

 

José María VIGIL
Panamá